En las elecciones presidenciales de 1864, Lincoln fue reelegido por segunda vez. La ceremonia de investidura del segundo mandato tuvo lugar el 4 de marzo de 1865. Sin embargo, a pesar de la reelección su impopularidad crecía a pasos de gigante y muchos comenzaron a criticar su doble lenguaje para someter al Sur, en el que lo menos importante era la emancipación de la población negra.
A finales de la Guerra de Secesión, en 1864, Abraham Lincoln redactó y publicó su famosa "Carta de Lincoln a la Nación", algunos de cuyos párrafos resultaron inquietantemente premonitorios. En una de sus frases afirmaba que "tengo el presentimiento que moriré a manos de un asesino", para más adelante decir "no es contra los americanos del Sur, solamente, contra los que estoy luchando, sino también contra el Papa de Roma y sus pérfidos jesuitas".
Aunque él actuó como tirano en impedir la secesión de Maryland y levantó el Ejército del Potomac para "sofocar la rebelión", hay evidencia de que hubo un cambio en su corazón. De acuerdo a muchos, Lincoln fue convertido a Cristo después de ver el campo de batalla en Gettysburg [*la mayor batalla de la Guerra Civil a la que algunos llamaron "el Armagedón de Norteamérica"]. Él se unió más tarde a la Iglesia Presbiteriana en Washington y tuvo varias conversaciones espirituales con su cercano amigo y sacerdote convertido, Charles Chiniquy:
"Yo repetiré lo que dije en Urbana, cuando por primera vez usted me dijo de sus temores de que yo sea asesinado por los Jesuitas: Un hombre no debe cuidarse de cuando y donde él morirá, con tal que muera en el puesto de honor y deber. Pero yo puedo añadir, hoy, que tengo un presentimiento de que Dios vendrá a mí a través de la mano de un asesino. ¡Que se haga Su voluntad, y no la mía! El Papa y los Jesuitas, con su infernal Inquisición, son el único poder organizado en el mundo que tiene el recurso de la daga del asesino para asesinar a aquellos a quienes ellos no puedan convencer con sus argumentos o conquistar con la espada. ... Me parece que el Señor quiere hoy, como lo quiso en los días de Moisés, otra víctima. ... No puedo ocultar de usted que mi impresión es que yo soy esa víctima. Ya muchos complots han sido hechos contra mi vida, es un milagro real que ellos hayan fallado, cuando consideramos que la gran mayoría de ellos estuvieron en las manos de diestros asesinos Católicos Romanos, evidentemente entrenados por los Jesuitas. Pero ¿podemos esperar que Dios hará un milagro perpetuo para salvar mi vida? Creo que no. Los Jesuitas son tan expertos en esos hechos de sangre, que Enrique IV dijo que era imposible escapar de ellos, y él llegó a ser su víctima, aunque él hizo todo lo que podía ser hecho para protegerse a sí mismo. Mi escape de sus manos, desde la carta del Papa a Jeff Davis que ha aguzado un millón de cuchilleros para partir mi pecho, sería más que un milagro".
[Cincuenta Años En La Iglesia de Roma, Charles Chiniquy, 1968, reimpreso de la edición de 1886]
Sobre la mano Jesuita en el asesinato de Lincoln:
"Me siento seguro al afirmar que, en ninguna otra parte puede ser encontrado en un libro la presentación coordinada de la historia completa de la muerte de Abraham Lincoln, la cual fue instigada por el papa "negro", el General de la Orden Jesuita, camuflado por el papa "blanco", Pío IX, ayudado, instigado y financiado por otros abogados del "Derecho Divino" de Europa, y finalmente consumado por la Jerarquía Romana y sus agentes pagados en este país y Canadá Francesa en "Viernes Santo" a la noche, el 14 de Abril, en 1865, en el Teatro de Ford, Washington, D.C."
[La Verdad Suprimida Sobre El Asesinato De Abraham Lincoln, Burke McCarty, 1973, originalmente publicado en 1924].
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