Por Raúl Kollman
PRESOS EXTRANJEROS: Los datos de 2009 establecen que en los establecimientos del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) había 902 presos nacidos en otro país, sobre una población total de 26.092 internos y unas 4040 personas alojadas en comisarías.
Esto ya está indicando que no es como dice Macri que hay una proporción altísima de delincuentes extranjeros: el porcentaje está en el tres por ciento de la población carcelaria; es decir algo por debajo de la proporción de extranjeros en el total de habitantes del país.
Otro dato que lo contradice es que, curiosamente, hay muy pocos bolivianos presos, apenas 58. En las cárceles bonaerenses, por ejemplo, hay más uruguayos que bolivianos. En total, en 2009 el SPB alojaba 341 paraguayos, 219 uruguayos, 132 chilenos, 62 peruanos, 58 bolivianos, 21 brasileños y 69 ciudadanos de otros países.
El SPB tiene la mitad de la población carcelaria del país. Mucho más chico es el Servicio Penitenciario Federal (SPF), que aloja a algo más de 9000. Allí, la proporción de extranjeros detenidos trepa al 25 por ciento, pero sucede que en el SPF se alojan los que cometen delitos también en las fronteras. “Buena parte de los que están en las cárceles del SPF no son residentes en ningún barrio argentino, sino mulas que trataron de ingresar al país con distintas cantidades de drogas”, explica Alejandro Marambio, titular del SPF. Si se promedia lo del SPF con los servicios penitenciarios provinciales en la mayoría de los cuales casi no hay extranjeros, se llegará al promedio que –según los expertos– lo marcan las cárceles bonaerenses.
“En las cárceles tenemos ciudadanos bolivianos, peruanos o paraguayos imputados en causas que tienen que ver con drogas. Pero el mayor nivel del narcotráfico está en los otros presos que tenemos: holandeses, españoles, sudafricanos”, le explicó a este diario el funcionario de Migraciones.
RESTRICTIVA: La crisis económica norteamericana y europea hizo crecer los niveles de xenofobia y los reclamos de políticas migratorias restrictivas. Aunque surgieron en forma reciente, las leyes al estilo de la de Arizona, en la que se persigue al inmigrante, lo cierto es que en Estados Unidos viven dos millones de personas que atravesaron las fronteras y residen allí sin papeles. Y, supuestamente, se trata del país más avanzado técnicamente y con una sola frontera caliente, la que comparte con México.
Argentina tiene 9400 kilómetros de fronteras y limita con Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia y Chile. El único límite natural es la cordillera de los Andes, con Chile. Con el resto de los países hay fronteras secas o, a lo sumo, ríos que se cruzan en balsas y en muchas ocasiones están secos y se puede cruzar hasta caminando. La consecuencia de una política inmigratoria restrictiva sería sólo que habrá más extranjeros indocumentados y con menos control: porque quienes quieren llegar, llegarán igual. Tal cual lo que sucede con los mexicanos en Estados Unidos o los africanos en Europa.
En la DNM afirman que, justamente, lo que permitió el plan Patria Grande es ordenar las migraciones, identificar a las personas que viven en la Argentina, saber con precisión cuántas entran y cuántas salen.
DESCONTROL O RESTRICCIÓN: Cuando Mauricio Macri habla de “inmigración descontrolada” y que “la ciudad no puede absorber a los que vienen”, algo que se equipara a que “la ciudad no puede recibir en los hospitales a los que vienen del Gran Buenos Aires”, lo que está planteando, de hecho, es cerrar las fronteras, violar el acuerdo del Mercosur y, de paso, poner en cuestión la misma existencia del Mercosur.
Las premisas son, en sí mismas falsas:
- No llegan más extranjeros que antes, sino menos.
- En la zona de Soldati, la mayoría de los inmigrantes son bolivianos. Según los registros de Migraciones, la inmigración boliviana bajó en forma abrupta por la mejora en la situación en Bolivia. La migración de Paraguay no tiene picos de crecimiento, se mantiene constante.
- La crisis de la Villa 20, tal cual señala el padre Francisco Pablo Punturo, de la parroquia María Madre de la Esperanza de la Villa 20, no deviene de problemas migratorios. “La gente está con la situación bastante regularizada. Migraciones facilita mucho la residencia. Y la regularización también pasa por los argentinos, que ahora tienen un fácil acceso al DNI. Acá el problema principal es que no hay avances en ningún terreno: ni en las viviendas ni en la salud ni en la educación. Según sostienen los religiosos, no se construyó ni un milímetro nuevo en la escuela que atiende a los hijos de los habitantes de la villa, con lo cual hay demasiados chicos por aula y, por ejemplo, hay chicos en sexto grado que todavía no saben leer.” La toma del parque –diagnostican los religiosos de la parroquia, en diálogo con Página/12– no tiene que ver con temas migratorios sino que “hay una parte de los habitantes desesperados por los altísimos alquileres que pagan, casi del mismo nivel que en Barrio Norte y, por supuesto, unos cuantos vivos que quieren nuevos terrenos para alquilarlos. En esto, el Gobierno de la Ciudad no hizo nada de nada. Está todo abandonado”.
- La antropóloga María Inés Pacecca, investigadora del Conicet y de la UBA en temas migratorios, afirma que “no existe ni explosión ni descontrol migratorio. Estamos esperando las cifras del reciente censo, pero, con toda la furia, podría haber 1.500.000 inmigrantes en todo el país. La misma proporción de extranjeros que en 1991. Lo que sucede es que no cuestionaban la inmigración anterior, la de europeos, con un criterio casi racista. Y les parece natural pensar así, como en algún momento pareció natural que las mujeres no votaran. De hecho hablan de una inmigración buena y una inmigración mala”.
El director nacional de Migraciones, Martín Arias Duval, en el discurso del Día del Inmigrante, recordó a los japoneses que llegaban y ponían tintorerías, como los ciudadanos chinos o coreanos que vienen ahora y ponen supermercados; los llamados turcos que ponían bazares, con los bolivianos que hoy plantan ajo, se dedican a la floricultura o ponen una verdulería; los españoles que trabajaban en bares o eran porteros, en paralelo con los paraguayos que son magníficos albañiles y son claves en la construcción. “¿Acaso los europeos no vivieron en conventillos de ‘mala muerte’ donde había peleas, borrachos, estafas y robos? ¿Acaso podían pagar religiosamente el alquiler?”
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