Expresar ideas no es una tarea fácil. Sobre todo cuando tenés un poco de tiempo libre y te dedicás a analizar una situación, recorrés todas las variantes, comparás teorías y llegas a un resultado. El problema es que carecés de poder de sintesís y eso te lleva a elaborar un argumento más o menos extenso.
De repente estás en una charla con dos ó tres personas y querés exponer tu idea, desde la concepción, pasando por todo el análisis hasta llegar a la conclusión. Y ahí se complica, porque los demás no tienen ganas de escuchar un monólogo interminable, de repente tienen ganas de hacer sus propias acotaciones, refutaciones, ramificaciones. Y cada vez que te interrumpen, sentís que estás perdiendo el hilo conductor de lo que estás contando, y sentís la necesidad de volver a empezar, regresar al punto de inicio, una y otra vez.
Entendés la conveniencia de estrucutrar ideas más bien resumidas, concretas, directas, que permitan ser explicadas en pocos segundos y así permitir que los eventuales interlocutores puedan ir completando sus propias interpretaciones.
Ojalá fuera fácil, no encontré ningún manual didáctico sobre el tema.
De repente estás en una charla con dos ó tres personas y querés exponer tu idea, desde la concepción, pasando por todo el análisis hasta llegar a la conclusión. Y ahí se complica, porque los demás no tienen ganas de escuchar un monólogo interminable, de repente tienen ganas de hacer sus propias acotaciones, refutaciones, ramificaciones. Y cada vez que te interrumpen, sentís que estás perdiendo el hilo conductor de lo que estás contando, y sentís la necesidad de volver a empezar, regresar al punto de inicio, una y otra vez.
Entendés la conveniencia de estrucutrar ideas más bien resumidas, concretas, directas, que permitan ser explicadas en pocos segundos y así permitir que los eventuales interlocutores puedan ir completando sus propias interpretaciones.
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