Los hermanos Coen han regresado a las pantallas con una película tragicómica titulada "Un hombre serio" (A serious man), que ha sido catalogada por los entendidos como la película más personal de este dúo.
Los Coen, ya lo sabemos, tienen un estilo muy particular: ironía, sarcasmo y buenas historias.
En este caso, se han propuesto presentarnos su visión sobre la religión judía. O mejor dicho, sobre las implicancias que siginfica "ser" judío.
La hisotria está ambientada en los años 60 y cuenta las desventuras de un profesor universitario de matemáticas llamado Larry Gopnik (brillantemente interpretado por Michael Stuhlbarg, todo un descubrimiento de los Coen). Este hombre normal y moderado sufre toda clase de calamidades, desde el pedido de divorcio de su esposa (que se ha enamorado de un colega suyo) y siguiendo con complicaciones laborales, la falta de comunicación con sus hijos, la convivencia con un vecino que quiere apoderarse de su patio y un largo etcétera.
Para remediar sus problemas, para encontrar una solución o una dirección, Larry decide consultar con tres rabinos, y estos rabinos sólo le ofrecen respuestas disparatadas y sin sentido.
En el Festival de Toronto, los hermanos Coen declararon que las costumbres judías “ha tenido una influencia enorme en lo que hacemos, en nuestro modo de contar historias, ahora quisimos retratar el ambiente judío en el que hemos crecido, en la época en la que éramos jóvenes”.
El crítico Ernesto R. Aro escribió una analogía entre esta película y el libro bíblico de Job.
Este libro sagrado narra la vida de Job, un hombre justo, rico y bueno que vive una serie de desgracias. Los desastres naturales arruinan sus cosechas. Unos bandidos arrasan sus tierras, queman sus casas, posesiones, ganados y asesinan a su familia. Al pobre desgraciado le invade una horrible enfermedad. El hombre bueno y justo sufre la injusticia, el dolor y la enfermedad y se pregunta por qué. Acude a Dios para pedir una explicación. Los mejores amigos de Job son tres rabinos que justifican todas las desgracias. Dios es todo bondad y no es la causa de sus males. Si Job sufre es porque ha pecado, si no ha pecado él, el pecador ha sido su padre o su abuelo. Así, lo afirma la ley. Job no se conforma, protesta y pide a Dios un juicio justo para demostrar su inocencia. Al final, el Todopoderoso acepta el reto del hombre justo y responde desde la tormenta al desafío.
El libro sagrado está cargado de una fina ironía y con cierto humor enseña que las desgracias no son queridas por Dios, no manda enfermedades, los males son consecuencias del quehacer humano. Dios ha regalado al hombre y a la mujer la libertad para que la utilice para hacer el bien o el mal. Dios quiere lo bueno, lo justo y ha capacitado al ser humano para ser justo y para elegir entre el bien y el mal. Las razones de los tres amigos de Job son negadas.
El libro sagrado está cargado de una fina ironía y con cierto humor enseña que las desgracias no son queridas por Dios, no manda enfermedades, los males son consecuencias del quehacer humano. Dios ha regalado al hombre y a la mujer la libertad para que la utilice para hacer el bien o el mal. Dios quiere lo bueno, lo justo y ha capacitado al ser humano para ser justo y para elegir entre el bien y el mal. Las razones de los tres amigos de Job son negadas.
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