Corría el invierno del año... ¿1940?
Mi hermana Goldy, que ya actuaba con el nombre de Silvia Legrand, estaba filmando una secuencia de una película en exteriores que debía realizarse de noche, en los predios contiguos a Argentina Sono Film, en Martínez.
Por supuesto, yo fui el primero de la familia en estar vestido y convencí a mi madre para dejar que la acompañara. Era la mejor forma de entrar a los estudios.
Jack Hall, asistente de dirección, me vio por los pasillos sin hacer nada y me dijo si querìa entrar como extra, que le habían faltado algunos y que el pago iba a ser de cinco pesos.
Le dije que sí, que claro, que cómo no, faltaba más, encantado, por supuesto.
Me dieron unas bombachas batarazas, un cordel para atarla a la cintura, una camisa gris a cuadros, un simulacro de botas de lona y una boina.
Según nos explicó al conjunto de figurantes el director, don Carlos Borcosque, se trataba de una batalla histórica que habìa sucedido cien años atrás en los campos argentinos. Así que debíamos hacer como que luchábamos pero sin lastimarnos.
Algunos tenìan unos arcabuces que disparaban proyectiles de fogueo.
Se hizo el primer ensayo y yo fui Napoleón arengando a sus tropas.
Se hizo el segundo ensayo y fui Wellington ganando Waterloo.
Se hizo el tercer ensayo y fui San Martín triunfando en Chacabuco
Y al cuarto ensayo don Carlos lo detuvo y vino su pedido en voz alta con el volumen aumentado por la bocina que esa noche tenía en la mano:
-Por favor... Ese chico de boina y camisa a cuadros... ¡Ése que está junto al cañón...! Ya se ha muerto tres veces frente a cámara estirando los brazos, luego tomándose el pecho y cayendo a tierra. Le ruego que ue no se muera màs.
La película era "La casa de los cuervos", sobre la novela de Hugo Wast, protagonizada por Amelia Bence, Luis Aldás, Vilma Vidal y Miguel Gómez Bao, además de Goldy.
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