jueves, 29 de abril de 2010

A PROPÓSITO DE DIEGO MIRASKI


Podemos reconocer que Diego Miraski tiene algunos días buenos, dignos de ser recordados, pero la mayoría de las veces es un pusilánime que tartamudea sin parar y deambula por todos lados como si tuviera miedo. Si, no hay duda, Miraski es la inseguridad caminando.
Lo más gracioso de todo es escucharlo cuando atiende el teléfono y cuando habla por teléfono, manifestando un nerviosismo insoportable. Hablar por telefono con Miraski es algo bastante bizarro.
Lo más terrible de todo es su falta de carácter, y si a eso le sumamos su personalidad (tan débil e insignificante) nos encontramos con un tipo que está siempre cuidándose de no ofender a nadie, y que se ofende por cualquier pequeñez. Sus rencores duran mucho tiempo y vive lamentándose de lo que le hicieron y le dijeron (si un día quisiera tener un poco más de amor propio y se dignara a defenderse, quizás ahí sí las cosas cambiarían).
Y mejor no le hagas preguntas sobre política porque vas a recibir una sarta interminable de frases cargadas de solemnidad. El principal problema es que estas frases están copiadas, letra a letra, de todo lo que aparece en los medios. Estoy convencido de que ese es el principal problema de Miraski: cree que es de izquierda pero en realidad no se compromete demasiado con nada, critica a las agrupaciones de izquierda pero en la práctica no hace nada, repudia a la derecha pero en el fondo es un moderado. Ni se te ocurra decirle que es moderado porque te va a querer matar, sin duda este tipo tiene mucha facilidad para caer en el autoengaño.
Preferiría no haber tocado el tema del autoengaño porque acá la lista es larga, larguísima. Podemos decir que encontramos en Diego Miraski el claro caso del tipo que se propone muchas cosas pero al final no hace nada. Primero anunció una novela autobiográfica que nadie leyó, ni siquiera sabemos si empezó a escribirla. Después están sus interminables proyectos cinematográficos que nunca adquieren forma. También dijo que iba a fundar una productora, croe que la fundó, pero a los pocos segundos la fundió.
Tiene un aire arrogante, distante, pero en el fondo es un cobarde que quiere salir corriendo para refugiarse en sus fantasías oníricas donde la ficción supera a la realidad.
De todos modos, como dije al principio, Miraski también tiene algunos días buenos. El tema es que hoy no estamos hablando de los días buenos, supongo que ya tendremos oportunidad de ocuparnos de ese tema en el futuro...

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