viernes, 30 de mayo de 2008

CAPUSOTTO LO HIZO DE NUEVO


El nuevo personaje de Peter Capusotto se llama Bombita Rodríguez ("El Palito Ortega montonero").
Un indescriptible ídolo popular de los `70 que supo combinar la canción pasatista, complaciente y pegadiza con letras que alentaban la revolución en la Argentina.
Notable, de lo mejor que se ha visto en la TV nacional en años. Y no exagero.


sábado, 24 de mayo de 2008

CASTING

Hace unos días, anunciaron la filmación de una película sobre la vida de Frank Sinatra. Como si fuera poco, tambien anunciaron que el director sería ni más ni menos que Martin Scorsese.
El viernes pasado, un grupo de cinéfilos trasnochados nos abocamos a la delicada tarea de seleccionar el casting de la futura película.
Los resultados de esta elección ya han sido enviados a la casilla de mail de Scorsese. Seguro va a estar de acuerdo.

En primicia absoluta, un anticipo del casting:

El invalorable papel de Dean Martin caería en manos de George Clooney. Ambos son seductores y un poco atorrantes.
Peter Lawofrd será encarnado por Ben Aflleck. Los dos son galanes, los dos son pésimos actores.
Sammy Davis Jr. puede ser interpretado por Don Cheadle, aunque yo personalmente prefiero a Jamie Foxx.
Joey Bishop será interpretado por Jerry Seinfeld.
Después tenemos a Humphrey Bogart, íntimo amigo de Sinatra y fundador del primer Rat Pack. Este papel, sin dudas, tiene que ser para Harrison Ford.
El grupo de mafiosos que rodea a Sinatra estará representado por Robert De Niro, Joey Pesci y Paul Sorvino (quizás también haya algo para James Gandolfini).
Ava Gardner, el gran amor de Frank, corresponde a Uma Thurman.
Tambien tiene que haber un papel para John Kennedy (compañero de fiestas de Frank). El candidato es Robert Downey Jr.

Y llegamos a lo más importante.
¿Quién será Frank?
¿Qué actor puede estar a la altura de semejante reto?
Por unanimidad, hemos elegido a Mel Gibson.
Las razones son tan obvias que no vale la pena enumerarlas.
Frank y Mel tienen ojos azules, son encantadores, tienen mucha personalidad y pueden ser intimidatorios cuando se lo proponen.
No hay discusión.

Si Scorsese no respeta esta casting, tendrá un fracaso asegurado.

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL


Hay momentos importantes en nuestras vidas. Momentos que quedan grabados y no queremos olvidar. Retazos de imágenes que nos han emocionado y nos acampañan a lo largo de los años. Crecimos con determinadas historias, crecimos a la par de determinados héroes, ya forman parte de nosotros. Cada vez que se produce un regreso anunciado, es como si nos reencontráramos con una parte de nosotros mismos. Es como volver a tener a 12 años. Otra vez. Y volver a emocionarse. Saber que el tiempo ha pasado, pero aún seguimos reconociéndonos en un sombrero, una chaqueta, un látigo. Aún seguimos reconociéndonos en un sentido de la ética, del compromiso, del humanismo, de la lucha por el bien. Eso es, quizás, lo más interesante de los regresos. Remontarse al pasado con los pies puestos en el presente. Poder volver a emocionarnos HOY con todo aquello que nos hizo felices AYER.
Gracias, Steven.

miércoles, 14 de mayo de 2008

10 años

Diez años sin su voz parecen demasiados. A decir verdad, cuando aparecieron Duets y Duets II, sus últimos discos –más un homenaje de artistas nuevos y consagrados destinado a venerar su enorme figura que manifestaciones artísticas de real valía–, ya Frank Sinatra era un recuerdo, la viva representación de que también lo extraordinario podía morir. Algo que efectivamente sucedió el 14 de mayo de 1998, y que dejó al mundo un poco inmóvil, detenido allí donde estaba para observar lo importante que había sido ese hombre para la vida de un siglo que también se terminaba.
Habían pasado ochenta y dos años desde que el pequeño Francis Albert había asomado su nariz en Hoboken, Nueva Jersey. Algo patotero, ejerció muchos trabajos hasta que descubrió que podía cantar, y bien. Ya a los 27 años era novio de Nancy Barbato (luego madre de sus hijos Nancy y Frank) y soñaba con ser alguien en el mundo de la música, presentándose en la radio, donde se encontró por primera vez con eso llamado popularidad. En los años siguientes pasó por las orquestas de Harry Arden, Harry James y Tommy Dorsey, lugares en los que aprendió cuestiones musicales y de las otras. Pero hacia 1942 era ya una estrella, el sueño de toda mujer norteamericana.
Conviene hacer aquí un paréntesis para consignar lo difícil que es hacer un trazado puramente musical de una personalidad compleja como la de Sinatra, que no sólo fue uno de los más grandes cantantes de la historia sino que se las arregló para:
a) ser amigo de John Kennedy y del mafioso Sam Giancana a la vez
b) casarse con Ava Gardner, ni más ni menos
c) enfrentar el secuestro de su hijo Frank Jr. en 1963
d) crear el célebre Clan Sinatra o Rat Pack (una especie de pandilla de dandies en la que estaban Dean Martin, Sammy Davis Jr., Peter Lawford y Joey Bishop
e) dejar de cantar cinco años
f) volver y triunfar.
Cuestiones que, es verdad, poco tienen que ver con los micrófonos, las orquestas o los escenarios, pero que resumen lo abarcativos que suelen ser los grandes artistas. Y vaya si Sinatra lo era.Si un cantante es llamado “La Voz”, ¿qué más puede pedir? Si graba para los más grandes sellos discográficos (Columbia, Capitol, Reprise), es acompañado por los mejores arregladores (Nelson Riddle, Gordon Jenkins, Neal Hefti, Billy May, Don Costa, Quincy Jones) e interpreta las más altas cumbres del american songbook (desde los Gershwin hasta Cole Porter, pasando por Rodgers & Hart y Cohen & Van Heusen) sin correrle el oído a lo que sonaba en ese momento, viniera de donde viniera (canciones de George Harrison y Stevie Wonder; temas como A mi manera o New York New York, cantados cuando había que cantarlos), entonces se está hablando de alguien que se preocupaba por mucho más que por lo que salía de su boca.
Probablemente –y como sucedió a fines de los 50, cuando se fue de Capitol para fundar Reprise, su propio sello discográfico–, Sinatra se mostrara como un divo caprichoso que aspiraba a manejar todos los aspectos de su carrera, pero basta con mirar algunos de los especiales que hizo para TV llamados A Man and His Music para comprender la estatura de su arte.Cantante integral, de esos que no pueden explicarse sólo con decir que son barítonos y jamás desafinan, Sinatra se preocupaba por los acentos y las frases, respetando la musicalidad de todo lo que interpretaba sin jamás hacer gala de su voz –cosa que, por otra parte, podría haber hecho sin esforzarse–.
Es muy difícil encontrar en él alardes vocales o floreos innecesarios, y a cada década transitada por su voz le fue imprimiendo el sello de la hora: fue cantante de jazz, de swing, de big band, y de baladas en el sentido más romántico. Su variedad de recursos era enorme, pero la usó con economía. Esa combinación lo hizo único.Cuando bajó a América del Sur, en 1981, a los 65 años, con casi 50 discos grabados y la leyenda a cuestas, metió 175 mil personas en el Maracaná de Río de Janeiro, y llenó el Luna Park, en lo que fue un concierto muy marcado por las circunstancias. Sin embargo, el vago recuerdo trae a un hombre solo en el escenario, con la orquesta fuera del campo visual, su micrófono dorado y la más maravillosa voz que el oído humano haya escuchado.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Guillermo Sullings

Alguien podría suponer que ser no-violento significa solamente que uno no ejerce violencia sobre otros. Y eso está muy bien para empezar. Claro, yo no le pego a nadie….pero si alguien recibe garrotazos de parte de un tercero, no es problema mío…, la pobreza y la marginación me indignan…y cada tanto digo ¡Qué barbaridad!, y luego sigo ensimismado en mis cuestiones personales.
Claro, hay gente que entiende la espiritualidad como entrar en un microclima interno, y aunque no hagan daño manifiesto a otros, tampoco se interesan demasiado por el sufrimiento ajeno.
Pero la espiritualidad bien entendida no nos lleva a un encapsulamiento, sino a una mayor conexión con lo humano de los demás. Y desde luego que el no ser indiferente ante el sufrimiento ajeno no significa solamente el desacuerdo intelectual con la injusticia, no significa solamente la afección emocional ante ese sufrimiento; significa además entrar en acción para intentar resolver la raíz de tal sufrimiento.
Muchas veces puede ser que uno no tenga muy claro como ayudar a otros. Porque si alguien se cae y se lastima, está claro que una acción directa de nuestra parte podría ser ayudarlo a levantarse. Pero cuando nos enfrentamos al sufrimiento generado por situaciones sociales que afectan a millones de personas, ¿cómo debemos reaccionar?
¿Nos sentimos impotentes y poco a poco vamos transformando esa impotencia en indiferencia para anestesiar nuestra sensibilidad?
¿Ayudamos en forma individual a las pocas personas a quienes alcancemos a llegar con nuestro limitado tiempo, capacidad y energía?
¿Nos organizamos junto a otros que sientan la misma solidaridad para trabajar por la transformación de las condiciones que generan tal sufrimiento?
La primera opción debiera descartarse. Pero hay que estar atentos, porque aunque intelectualmente la descartemos, en ella se puede caer a menudo, toda vez que no sentimos reciprocidad por parte de quienes reciben nuestra ayuda, o toda vez que los resultados de nuestra acción no cubren nuestras expectativas.
Tal vez habrá que buscar un equilibrio adecuado entre las otras dos opciones. Porque sería en vano actuar sólo sobre los efectos y no sobre las causas del sufrimiento social, pero por otra parte no resultaría coherente trabajar sólo para transformar las causas, y mientras tanto ser indiferentes al sufrimiento de quienes nos rodean.