domingo, 20 de septiembre de 2009

BASTARDOS SIN GLORIA - Segunda parte


MÁS ODIO QUE CORAZON, por Javier Porta Fouz

Las generalmente extensas secuencias (capítulos) de la película se juegan en los diálogos, mayormente en los que se dicen e incluso alguna vez en los que se callan (ese cómico silencio de y hacia Winston Churchill, más que interpretado, sentado por Rod Taylor). Los diálogos apuntan a la construcción de tensión in crescendo. El esqueleto básico de varias secuencias es diseñado según "El cine según Hitchcock", casi entendido como manual de instrucciones: nosotros sabemos algo que algunos de los personajes implicados no sabe, y ese algo que nosotros sabemos suele estar debajo del piso, de la mesa, de las butacas.

Nosotros, al igual que los buenos de la película, sabemos más, y no queremos que nuestro saber sea compartido por los nazis. Nosotros conspiramos junto con Aldo Raine, Soshanna Dreyfus, junto con el teniente Archie Hicox (¡un heroico crítico de cine!). De los planes para matar nazis que se dan cita (a ciegas) en el cine, hay uno que es más preciso, menos destructivo, y es el de los "hombres de acción".

El otro, el femenino, el de una mujer endiabladamente hawskiana (Hawks es el director favorito de Tarantino) es el de la destrucción en el cine y por el cine: demlición absoluta, explosión total, una mecha encendida de venganza, una enorme pira de imágenes.


Tarantino es un conocedor del lado salvaje de muchas corrientes del cine: la Nouvelle Vague, el cine de artes marciales, el cine de Sergio Leone, el cine clásico, el clase B y letras posteriores.

Tarantino es un salvaje con unos bastardos salvajes y unos incendios salvajes que eliminan nazis.

Tarantino usa el cine como si todo fuera suyo: pone un fragmento de Hitchcock, inventa nombres con múltiples referencias y hasta juega a enmarcar con la puerta abiera.

La primera secuencia de la película empieza y termina como un western. Se ve un campo verde y a la familia que vive en él, a punto de ser atacada por los nazis. Al final, la única sobreviviente de la matanza huye y se la muestra enmarcada por la abertura de la puerta, como mostraba irse a Ethan Edwards en "Más corazón que odio". Luego, el sargento Donny Donowitz, el más salvaje de los salvajes, en una imagen espectacular y especular, entrará -con tiempos de expectación- desde el marco oscuro de una caverna para moler a batazos a un nazi.

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