Así ha pasado buena parte de mi vida; teniendo que refrenar el cariño por otras consideraciones y la gente creyendo que trata con un monstruo mecánico. Ayúdame ahora, Aleida, sé fuerte y no me plantees problemas que no se pueden resolver. Cuando nos casamos sabías quién era yo. Cumple tu parte de deber para que el camino sea más llevadero, que es muy largo aún.
Quiéreme, apasionadamente, pero comprensivamente, mi camino está trazado, nada me detendrá sino la muerte. No sientas lástima de ti; embiste la vida y véncela, y algunos tramos del camino los haremos juntos. Lo que llevo por dentro no es ninguna despreocupada sed de aventuras y lo que conlleva, yo lo sé, tú debías adivinarlo.
Carta del Che Guevara a su mujer, durante la guerrilla en el Congo.
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