ENTERRADO (dirigida por el debutante Rodrigo Cortés) y 127 HORAS (dirigida por el multipremiado Danny Boyle) tienen mucho en común.
En ambas películas nos encontramos con un personaje que está atrapado en un espacio muy reducido y tiene que hacer todo lo posible para sobrevivir.
En el caso de ENTERRADO, Ryan Reynolds se despierta y descubre que está en un ataúd. Superada la desesperación inicial, encuentra en sus bolsillos un teléfono celular y empieza a hacer toda una serie de llamados que nos permiten descubrir qué es lo que ha pasado: el sujeto es camionero, trabaja en Irak y fue secuestrado por un grupo terrorista que quiere cobrar un millonario rescate.
Y en el caso de 127 HORAS, James Franco es un deportista que sufre un accidente en una montaña (para ser precisos, en un cañón llamado Robbers Roots), y queda imposibilitado de moverse. Cabe destacar que este filme está basado en un caso real, lo cual juega a favor y en contra. A favor, porque uno se compromete con la historia, sabiendo que el pobre tipo existió y estuvo tantas horas encerrado en aquel lugar. En contra, porque se advierte que habrá un final feliz.
Tanto Cortés como Boyle usan todo su ingenio para ambientar sus películas en un espacio muy cerrado y muy limitado.
Cortés utiliza todas las posiciones de cámara habidas y por haber para mantener la atención del espectador (incluyendo unos travellings muy bien logrados), pero la película no se sostiene, por momentos aburre. Si la idea es que el espectador se sintiera asfixiado, lo consiguieron...
El caso de Boyle es un poco más interesante porque consigue recrear (mediante flashbacks, flashfowards o alucinaciones) los sentimientos y miedos del personaje.
A las dos películas les fue bastante bien. Rodrigo Cortés fue aclamado por los críticos (que llegaron a compararlo con Hitchcock) y se prepara para una carrera prometedora. Boyle, por su parte, acaparó unas cuantas nominaciones al Oscar y, si bien no ganó ninguna estatuilla, demostró que su talento se mantiene en buen estado.
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