Por Pablo Gutiérrez
Sinopsis: Los Estados Unidos ya no existen. Ahora es Zombieland, un lugar superpoblado de muertos vivos hambrientos. Uno de los pocos humanos que quedan es Columbus, un joven que ha sobrevivido aplicando una serie de estrictas reglas, su neurótico sentido común y su cobardía. Tras un accidente Columbus encuentra a Tallahassee, un peculiar vaquero, y a Wichita y Little Rock, dos hermanas que intentan llegar a un parque de atracciones en California, del que se rumorea que es el único reducto libre de zombis.
Crítica: Ahora es tiempo de vampiros, pero nadie puede olvidarse de otros grandes monstruos del cine que, a su manera, siempre han servido para algo más que simplemente meter miedo. Concebidos como metáforas de diversos aspectos de nuestra sociedad, los zombis creados por George A. Romero servían de profunda crítica alegórica -mensaje politizado mediante- además de aterrar al respetable. Herederos directos de aquellos y en esta misma línea, cargada de dramatismo y significado, parecen haberse encaminado los modernos muertos vivientes, que nos tienen pendientes de una nueva gran oleada de esta temática en la gran pantalla. Sin embargo, con "Zombieland", el cinesata Ruben Fleischer propone una desmitificación del subgénero que pasa, como ocurriera con la divertidísima Zombie’s Party (referente obligado), por la comedia ácida, el humor negro y el entretenimiento sin complicaciones ni complejos.
Fleischer logra potentes gags, un poderoso tratamiento visual y múltiples referencias a los tópicos del género. Fleischer apuesta por el entretenimiento y la diversión, desde su descacharrante presentación -que da paso a unos potentísimos créditos- hasta su final de fuegos artificiales, cargando el peso de la película en su troupe de freaks.
Eisenberg está más neurótico y asocial que nunca, acompañado por la seductora Emma Stone (¡qué voz!) y la jovencísima Abigail Breslin, poco a poco dejando atrás a su Pequeña Miss Sunshine. Todos ellos aderezados por cameos como el de la prometedora Amber Heard y, sobre todo, el de Bill Murray. En una secuencia surrealista Murray hace de sí mismo, probablemente porque cualquier personaje de ficción no le igualaría en extravagancia.
Caso aparte merece Woody Harrelson, magnífico y gigantesco en su excesivo cowboy y demostrando una vez más su notable capacidad para captar el tono que necesitan sus personajes y desmadrarse en consecuencia. Fleischer concibe pues esta Zombieland como un parque de atracciones global, en el que no caben los miedos, las neurosis, el exceso de celo o la sobrecarga de responsabilidades. Sólo la risa, la adrenalina y la total liberación personal en la mejor compañía.
YA SE ANUNCIO LA SECUELA DE "ZOMBIELAND", QUE SE REALIZARÁ EN 3-D.
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