El primer número de “Just Imagine” está dedicado a uno de los personajes emblemáticos de DC. Nada más ni nada menos que el Hombre Murciélago, creado a fines de los 30 por Bob Kane.
El guión (tan preciso, tan intenso) de Stan Lee está acompañado por las ilustraciones de Joe Cubert.
En esta nueva versión, Wayne Williams es un muchacho pobre que acaba de perder a su padre.
En las primeras páginas, descubrimos que el padre de Wayne era un policía honesto que murió en cumplimiento del deber (acá se empieza a generar en el personaje esa idea de que, para hacer el bien honestamente, es necesario usar otros recursos menos ortodoxos).
El mafioso del barrio, Manoz, se ensaña con Wayne y organiza un robo para incriminarlo y meterlo preso.
En la cárcel, Wayne adquiere una extraña fascinación por los murciélagos y se pasa todo el tiempo encerrado en el gimnasio, lo que le permite adquirir una considerable masa muscular.
Al salir de la cárcel, Wayne decide inscribirse en un torneo de lucha libre. Aquí se produce una sorprendente similitud con el primer capítulo de Spiderman. Se trata de un suceso que también aparece en la primera película del Hombre Araña: Wayne necesita dinero y decide inscribirse en un concurso de lucha libre. Para adoptar una nueva identidad, se disfraza de Hombre Murciélago… así nace Batman.
El vestuario del Batman de Stan Lee es más impactante y aterrador que el original.
Como imaginan, Batman se convierte en un suceso de la lucha libre y gana fortunas.
En su interior, Wayne sólo piensa en su tan postergada venganza personal: “Es hora de ir por Manoz… Sólo tendré una oportunidad contra él porque si fracaso, todo habrá terminado. Su residencia es como una fortaleza inexpugnable. Tiene guardaespaldas armados por todas partes. Sus manos son armas mortíferas. Dicen que no le tema a nada. ¡Pero nunca antes había enfrentado a Batman!
El guión (tan preciso, tan intenso) de Stan Lee está acompañado por las ilustraciones de Joe Cubert.
En esta nueva versión, Wayne Williams es un muchacho pobre que acaba de perder a su padre.
En las primeras páginas, descubrimos que el padre de Wayne era un policía honesto que murió en cumplimiento del deber (acá se empieza a generar en el personaje esa idea de que, para hacer el bien honestamente, es necesario usar otros recursos menos ortodoxos).
El mafioso del barrio, Manoz, se ensaña con Wayne y organiza un robo para incriminarlo y meterlo preso.
En la cárcel, Wayne adquiere una extraña fascinación por los murciélagos y se pasa todo el tiempo encerrado en el gimnasio, lo que le permite adquirir una considerable masa muscular.
Al salir de la cárcel, Wayne decide inscribirse en un torneo de lucha libre. Aquí se produce una sorprendente similitud con el primer capítulo de Spiderman. Se trata de un suceso que también aparece en la primera película del Hombre Araña: Wayne necesita dinero y decide inscribirse en un concurso de lucha libre. Para adoptar una nueva identidad, se disfraza de Hombre Murciélago… así nace Batman.
El vestuario del Batman de Stan Lee es más impactante y aterrador que el original.
Como imaginan, Batman se convierte en un suceso de la lucha libre y gana fortunas.
En su interior, Wayne sólo piensa en su tan postergada venganza personal: “Es hora de ir por Manoz… Sólo tendré una oportunidad contra él porque si fracaso, todo habrá terminado. Su residencia es como una fortaleza inexpugnable. Tiene guardaespaldas armados por todas partes. Sus manos son armas mortíferas. Dicen que no le tema a nada. ¡Pero nunca antes había enfrentado a Batman!
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