Revista Batahola
El equipo base de la Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia en Latinoamérica entró a la región por Tijuana, una de las partes más "calientes" de la frontera entre Estados Unidos y México. Sólo en el periodo entre 2001 y 2005 más de 190 personas murieron, de diferentes maneras, ahogados en el Río Bravo, deshidratados o congelados en el desierto, de hambre y sed, en accidentes automovilísticos, enfermedades o "gatillo fácil" (Para comparar, en el muro de Berlín se contabilizan 133 muertes en el curso de sus casi 30 años de existencia).
Los marchantes ahora están por ser recibidos en Guatemala por Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz y defensora de los DDHH. En Centroamérica los espera otro desafío: intentar entrar en Honduras, cuya población sufre desde junio el acoso y la represión de una cobarde dictadura que se adueñó del poder. Manuel Zelaya, el presidente legítimo, sigue prisionero en la embajada de Brasil, esperando su lógica restitución, sin poder salir.
En su curso, la Marcha Mundial llegará a otro lugar "polémico": Colombia, donde desde hace varios meses el gobierno del empresario Uribe quiere construir las bases militares estadounidenses que pondrían en serio riesgo la paz de la región (y también mundial), amén de la humillante entrega de soberanía que eso significa.Pero los marchantes no están solos.
En el trancurso del año, la Marcha Mundial fue sumando el apoyo de importantes figuras latinoamericanas como Eduardo Galeano, Mario Benedetti (antes de partir), Adolfo Pérez Esquivel, León Gieco, Juanes, Balderrama, además de los presidentes Evo Morales, Rafael Correa, Lugo, Bachelet, Cristina Fernández, y millones y millones de pies, en todas las ciudades... y cada día se suman más...
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