Alguien podría suponer que ser no-violento significa solamente que uno no ejerce violencia sobre otros. Y eso está muy bien para empezar. Claro, yo no le pego a nadie….pero si alguien recibe garrotazos de parte de un tercero, no es problema mío…, la pobreza y la marginación me indignan…y cada tanto digo ¡Qué barbaridad!, y luego sigo ensimismado en mis cuestiones personales.
Claro, hay gente que entiende la espiritualidad como entrar en un microclima interno, y aunque no hagan daño manifiesto a otros, tampoco se interesan demasiado por el sufrimiento ajeno.
Claro, hay gente que entiende la espiritualidad como entrar en un microclima interno, y aunque no hagan daño manifiesto a otros, tampoco se interesan demasiado por el sufrimiento ajeno.
Pero la espiritualidad bien entendida no nos lleva a un encapsulamiento, sino a una mayor conexión con lo humano de los demás. Y desde luego que el no ser indiferente ante el sufrimiento ajeno no significa solamente el desacuerdo intelectual con la injusticia, no significa solamente la afección emocional ante ese sufrimiento; significa además entrar en acción para intentar resolver la raíz de tal sufrimiento.
Muchas veces puede ser que uno no tenga muy claro como ayudar a otros. Porque si alguien se cae y se lastima, está claro que una acción directa de nuestra parte podría ser ayudarlo a levantarse. Pero cuando nos enfrentamos al sufrimiento generado por situaciones sociales que afectan a millones de personas, ¿cómo debemos reaccionar?
¿Nos sentimos impotentes y poco a poco vamos transformando esa impotencia en indiferencia para anestesiar nuestra sensibilidad?
¿Ayudamos en forma individual a las pocas personas a quienes alcancemos a llegar con nuestro limitado tiempo, capacidad y energía?
¿Nos organizamos junto a otros que sientan la misma solidaridad para trabajar por la transformación de las condiciones que generan tal sufrimiento?
La primera opción debiera descartarse. Pero hay que estar atentos, porque aunque intelectualmente la descartemos, en ella se puede caer a menudo, toda vez que no sentimos reciprocidad por parte de quienes reciben nuestra ayuda, o toda vez que los resultados de nuestra acción no cubren nuestras expectativas.
Tal vez habrá que buscar un equilibrio adecuado entre las otras dos opciones. Porque sería en vano actuar sólo sobre los efectos y no sobre las causas del sufrimiento social, pero por otra parte no resultaría coherente trabajar sólo para transformar las causas, y mientras tanto ser indiferentes al sufrimiento de quienes nos rodean.
¿Nos sentimos impotentes y poco a poco vamos transformando esa impotencia en indiferencia para anestesiar nuestra sensibilidad?
¿Ayudamos en forma individual a las pocas personas a quienes alcancemos a llegar con nuestro limitado tiempo, capacidad y energía?
¿Nos organizamos junto a otros que sientan la misma solidaridad para trabajar por la transformación de las condiciones que generan tal sufrimiento?
La primera opción debiera descartarse. Pero hay que estar atentos, porque aunque intelectualmente la descartemos, en ella se puede caer a menudo, toda vez que no sentimos reciprocidad por parte de quienes reciben nuestra ayuda, o toda vez que los resultados de nuestra acción no cubren nuestras expectativas.
Tal vez habrá que buscar un equilibrio adecuado entre las otras dos opciones. Porque sería en vano actuar sólo sobre los efectos y no sobre las causas del sufrimiento social, pero por otra parte no resultaría coherente trabajar sólo para transformar las causas, y mientras tanto ser indiferentes al sufrimiento de quienes nos rodean.
1 comentario:
"no significa solamente la afección emocional ante ese sufrimiento; significa además entrar en acción para intentar resolver la raíz de tal sufrimiento."
Pregunto porque me interesó: ¿Qué hacés al respecto?
Slds
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