Guevara fue un hombre que quiso la revolución, que la pensó y la hizo, a veces con éxito como sucedió en Cuba y a veces, como en Bolivia, entregando la vida en pos de su objetivo.
Es un ejemplo de la coherencia que necesitamos todos nosotros, cada día de nuestras vidas. Hacer la revolución no es una empresa fácil pero no hay un objetivo mejor y que llene de tanto sentido a la vida humana. Desde diferentes concepciones metodológicas pero con un mismo propósito, comunistas y humanistas nos sentimos más argentinos, más latinoamericanos y más responsables de hacer nuestra parte en la construcción revolucionaria cuando evocamos la coherencia de vida de Ernesto Guevara.
Y agregamos sólo un párrafo acerca de la finalidad, del para qué de la acción. Desde luego que la meta la acción es el cambio social y hacia ahí se dirige el esfuerzo revolucionario. Pero lo personal tiene valor en el pensamiento del Che: en el discurso de 1961 en Uruguay, él explicaba: “lo que importa es la satisfacción moral de contribuir al engrandecimiento de la sociedad, la satisfacción moral de estar poniendo algo de uno en esta tarea colectiva y ver cómo, gracias a esa pequeña parte del trabajo individual, que se junta en millones y millones de trabajos individuales, se hace un trabajo colectivo armónico, que es el reflejo de una sociedad que avanza.”
Camaradas, amigas, amigos, compañeras y compañeros, por nuestra Argentina, por nuestra América alcancemos esa satisfacción moral de la que habla el Che, haciendo nuestra parte en esta empresa que compartimos comunistas y humanistas.
Un abrazo fraternal y revolucionario para todos.
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