Viendo en mi mesa de trabajo los esquemas de las cuatro conferencias de Silo; los Vedas; la Biblia; el poema de Gilgamesh; los estudios sobre los jainas; los escritos de Plotino; el Popol-Vuh americano; la Filosofía de la Religión de Hegel y los recientes estudios del Estructuralismo, viéndolos, pudiendo establecer relaciones internas e inequívocas entre todos ellos (tran separados en las culturas y en el tiempo), me detengo y me pregunto: "¿Todo esto para qué?"
Cuando la prédica de Silo, algo insólito en este continente americano, algo fuera de lugar, completamente en este contexto cultural colonial, se lanzó a todos los vientos, ¿qué fue lo que recogió nuestra intelectualidad? Recogió la burla periodística y se informó acerca del número de zapatos de Silo, acerca de su estatura, acerca de su peso, acerca de sus preferencias por tales o cuales clubes de futbol. Hasta el día de hoy, no he leído una sola crítica inteligente o por lo menos erudita de nuestros intelectuales. Todo ha sido desproporcionado y rídiculo.
El colonialismo cultural a que está sometida nuestra América impide ver que en ella ha surgido algo nuevo, algo que le da sentido. Como de costumbre, nuestros intelectuales siguen mirando a Europa, URSS o USA y es curioso que allí (y no acá, por cierto) se estudien los aportes del pensamiento siloísta.
Visto todo esto y no por falta de fe, sino por una suerte de fatiga moral, es que me abstengo de hacer más consideraciones que resultarían por ahora inútiles a nuestros estudiosos de Latinoamérica.
Por estas extrañas asociaciones, recuerdo ahora esta frase: "Si los tuyos te rechazan, sacude el polvo de tus sandalias y ve y predica a los gentiles en mi Nombre..."
H. Van Doren
Octubre de 1972
Cuando la prédica de Silo, algo insólito en este continente americano, algo fuera de lugar, completamente en este contexto cultural colonial, se lanzó a todos los vientos, ¿qué fue lo que recogió nuestra intelectualidad? Recogió la burla periodística y se informó acerca del número de zapatos de Silo, acerca de su estatura, acerca de su peso, acerca de sus preferencias por tales o cuales clubes de futbol. Hasta el día de hoy, no he leído una sola crítica inteligente o por lo menos erudita de nuestros intelectuales. Todo ha sido desproporcionado y rídiculo.
El colonialismo cultural a que está sometida nuestra América impide ver que en ella ha surgido algo nuevo, algo que le da sentido. Como de costumbre, nuestros intelectuales siguen mirando a Europa, URSS o USA y es curioso que allí (y no acá, por cierto) se estudien los aportes del pensamiento siloísta.
Visto todo esto y no por falta de fe, sino por una suerte de fatiga moral, es que me abstengo de hacer más consideraciones que resultarían por ahora inútiles a nuestros estudiosos de Latinoamérica.
Por estas extrañas asociaciones, recuerdo ahora esta frase: "Si los tuyos te rechazan, sacude el polvo de tus sandalias y ve y predica a los gentiles en mi Nombre..."
H. Van Doren
Octubre de 1972
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