miércoles, 6 de octubre de 2010

SOBRE LA FORMA MENTAL 03


Descubro el mecanismo de intencionalidad que hace que todo acto de conciencia tenga como referencia a un objeto y que en cuanto desaparezca un objeto de la conciencia, inmediatamente tenga que aparecer otro para ser cubierto por la intencionalidad de mis actos.

Esta Forma Mental, que se vincula incluso con el sistema de reflejos incondicionados (entre ellos el instinto de conservación), como nombramos anteriormente es inmóvil y corresponde al desarrollo biológico de la especie en su camino evolutivo y a la particularización histórica y cultural de la que participa cada ser humano.

Cuanto más profunda, más difícil de percibir es y también más difícil que sufra modificaciones; su mayor permanencia hace que los contenidos de conciencia mantengan sus sistemas de relaciones y que estos se modifiquen con el cambio de Forma Mental .

En la Forma Mental están los límites, los ámbitos internos de la conciencia. Su modificación implica una transformación formal de los mecanismos de conciencia.

Hoy la Humanidad toca límites con esa Forma Mental y es necesario un nuevo salto cualitativo en estas profundidades del hombre. No sería, entonces, la transformación que se presiente un cambio de teorías, de sistemas, sino un cambio en la Forma Mental de la especie humana. A este cambio se le denomina Transmutación (ruptura de la forma mental).

La verdadera transmutación se produce cuando incluso se puede ir, conscientemente en contra del sistema de instintos y reflejos incondicionados. Así vemos que la transmutación de J.C. se produce en el Huerto de los Olivos, donde J.C. vacila antes de aceptar la necesidad superior de su propia muerte, lucha interna que termina con las palabras: “Padre hágase tu voluntad”. Ese es el momento de la transmutación, de la ruptura de la forma mental. Estas cosas se pueden ver mejor en el cristianismo que en el budismo, porque J.C. es presentado de una manera más humana. Así, el rechazo de las tentaciones que durante su ayuno efectúa frente al demonio, significa la ruptura con los mecanismos de los ensueños de poder, gloria, riqueza, etc. Es como si cada vez se fueran produciendo transformaciones más profundas, hasta llegar a la del Huerto de los Olivos, donde J.C. rompe incluso con el instinto de conservación.

Esta actitud se diferencia de la del héroe, ya que éste puede llegar a sacrificar su vida por la fuerza del ensueño y no por su clara y libre comprensión. En el héroe no se produce la ruptura de la forma mental porque no hay una comprensión profunda del sentido de la existencia, no hay el reconocimiento del plan.

Por amor y compasión se puede llegar conscientemente al sacrificio -sin contradicción- hasta de la propia vida.(*)

* Extracto
Apuntes de Psicología.II Silo. Ed. Ulrica.

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