miércoles, 25 de junio de 2008

FELIPE PIGNA

Vivimos tiempos de turbulencias, algunas comprensibles, otras injustificadas y provocadas. Y creemos que éstos son los tiempos en que más se hace necesario el debate de ideas, uno de los grandes ausentes en la política nacional de las últimas décadas. No son tiempos para peleas irracionales ni discusiones estériles. Es momento de pensar, de parar la pelota, no para "enfriar" nada salvo algunas mentes inútilmente calenturientas.
La crisis producida entre el campo -con todo lo que tiene de amplio el término- y el Gobierno -con todo lo de unívoco e incompleto del concepto- debería ser la gran oportunidad para debatir un imprescindible modelo productivo que la Argentina no puede esperar más. Es éste el momento de plantear el modelo del país del Bicentenario que incluya necesariamente la producción agropecuaria, la industrial, y el sector comercio y servicios, integrándolo definitivamente en un proyecto económico social que parta de los intereses generales, de todos los argentinos, eliminando las disputas sectoriales licuándolas en un plan nacional de crecimiento sustentable que tenga por punto de partida la integración al consumo y la participación en las decisiones de los millones de argentinos que siguen, más allá de los discursos, absolutamente excluidos por el sistema de acumulación imperante.

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