lunes, 12 de octubre de 2009

VIDEODROME, un clásico de David Cronenberg


La batalla por la mente de Norteamérica se peleará en video, el Videodrome.
La pantalla de televisión es la retina del ojo de la mente. Por lo tanto, la pantalla de televisión es parte de la estructura física del cerebro.
Lo que aparezca en la pantalla de televisión surge como una experiencia en crudo para quienes la miran.
La televisión es realidad. Y la realidad es menos que le televisión.
Doctor Brian O´Blivion

En 1983 se estrenaba VIDEODROME, un film que sería determinante en la carrera del genial realizador David Cronenberg.
A principios de los años ochenta todavía no existía internet, al menos como la conocemos hoy, y la era informática estaba en la prehistoria. Pero la aparición del vídeo doméstico, con la posibilidad de registrar algo emitido por televisión, conservarlo y verlo una y otra vez, supuso también una pequeña revolución que dio mucho que hablar; al mismo tiempo, la proliferación de canales de televisión, aunque no pasaba de ser un sueño remoto (o una pesadilla remota) era ya una realidad consumada en Estados Unidos.

Todo el debate social de aquellos y de estos años sobre la alienación producida por los medios de comunicación, la dificultad en saber si lo que vemos en la pequeña pantalla es real o es un montaje, la manipulación de la información que recibimos, una nueva sociedad basada en la imagen donde quien controla la televisión controla el poder, etc. está en Videodrome: todo un ensayo sobre la realidad del mundo moderno y las nuevas tecnologías, y al mismo tiempo una estupenda, arriesgada e influyente obra maestra del cine.

David Cronenberg era hasta entonces una promesa en el mundo del cine fantástico que hacía películas de serie B de terror con personalidad, atmósfera enrarecida e ideas inquietantes, como Rabia o Cromosoma 3, pero que aún no había logrado despuntar con ningún proyecto especialmente destacable. Videodrome es su primera obra de madurez en la que demuestra no sólo poseer un universo propio que hasta aquel momento solamente se intuía y que aquí despliega en todo su esplendor, sino ser capaz de hilar un complejo, brillante y muy ambiguo discurso sobre la sociedad moderna, y de paso borrar las fronteras entre terror, ciencia-ficción, cine de autor y cine experimental (Videodrome es todo eso a la vez) y expandir el cine fantástico hacia nuevos y jugosos terrenos.


Como es la norma en todo el cine de Cronenberg, la película es la historia del proceso de autodestrucción, o tal vez de liberación, física y mental de un personaje. El protagonista, Max (James Woods), lleva un canal de televisión de poca monta que emite productos pornográficos al filo de la ilegalidad. Un día su ayudante capta una señal pirata procedente de un canal nuevo, Videodrome, cuya programación consiste en torturas muy realistas.

Max se engancha a la señal de Videodrome. Su adicción psicológica llega a materializarse físicamente; la televisión lo devora y lo convierte en un vídeo viviente en el que se introducen cintas a través de una boca/vagina en su estómago. Dichas cintas, aparte de destruir su cuerpo provocándole un cáncer, le crean alucinaciones que lo desconectan de la realidad, le lavan el cerebro, y lo zambullen en el universo programado por los creadores de Videodrome, cuyas órdenes obedecerá ciegamente.

En un mundo en el que la gente pasa entre tres y cuatro horas diarias como promedio viendo la televisión, y donde los grandes grupos empresariales, estrechamente vinculados con los principales partidos políticos, la utilizan para transmitir su ideología y para controlar al mismo tiempo la información, las mentes de los ciudadanos, y el poder político, está claro que Videodrome, como otras grandes películas del cine fantástico, es una ficción con muchos puntos en común con la realidad.

No obstante, la tecnología es poderosa y difícil de controlar: Videodrome, al principio creado por y puesto al servicio de una organización de extrema derecha que quiere "limpiar" la sociedad y castigar a los consumidores de pornografía, se les escapa de las manos a sus artífices y acaba adquiriendo vida propia.

Larga vida a la Nueva Carne.

Quintadimension.com

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