http://elultimoblogalaizquierda.blogspot.com.ar/2012/07/god-bless-america.html
Llegar a casa, sentarme en el sofá, coger el mando de la televisión y comenzar a hacer zapping es algo que tengo prohibido.
Levantarme por la mañana y prepararme para salir de casa mientras escucho la radio es algo que tengo prohibido.
Ir al bar a tomarme un café y coger la prensa del día para informarme sobre lo que sucede en el mundo es algo que tengo prohibido.
Cuando voy en el transporte público, levantar la mirada de mi libro para ver lo que sucede a mí alrededor o bajar la música y escuchar los comentarios de los que me rodean es algo que tengo prohibido.
Ir al office de mi oficina y sentarme a comer con 20 personas mientras comentan lo que sucedió el día anterior en el reality de moda es algo que tengo prohibido.
Las fiestas de cumpleaños o celebraciones en la que se malcría a los niños y se les regalan mas juguetes de los que tuve yo en toda mi infancia es algo que tengo prohibido.¿Y porque tantas prohibiciones? Por autocontrol, por no convertir mi vida en mi propio God Bless Catalonia, porque cuando llevo mas de tres minutos seguidos haciendo cualquiera de las cosas que he mencionado arriba una vena de dimensiones desorbitadas empieza a hincharle en la parte derecha de mi cuello y un pequeño duende de color fucsia (por que cojones será de ese color) empieza a revolotear por delante de mis ojos incitándome a que coja el machete que compre en mi viaje a Tanzania, y rememorando al gran Dany Trejo comience a rebanar cabezas a diestro y siniestro.
Y es que un servidor ha tenido que tomar la decisión de evadirse de lo que la sociedad actual ofrece ante la imposibilidad de adaptarse a ella, y es que nos encontramos en un mundo en el que la gente compite por ver quien mas gilipollas, maleducado, analfabeto y garrulo, en el que las palabras de mi “vecino” Jorge Javier Vázquez tienes mas relevancia que cualquier descubrimiento científico o movimiento cultural, un mundo en el que valores como la generosidad, la convivencia o la educación han sido sustituidos por “el voy a mi puta bola y todo y todos los demás me la sudan”.
Por todos estos motivos expuestos aquí arriba God Bless America es mi película, ver a Frank y Roxy dando rienda suelta a mis deseos me ha liberado, y es que pese a que la sociedad continúa con su imparable descenso a los abismos siempre quedaran personas (reales o ficticias) que luchen por un mundo mejor.
Frank (Joel Murray) ya no puede mas, vive en una sociedad completamente deshumanizada, en la que las personas solamente se reúnen para hablar de televisión, reírse de los menos favorecidos y odiar a los que son diferentes o piensan de otra forma, a ello tenemos que sumarle que le despiden del trabajo por supuesto acoso a una compañera y que le detectan un tumor en el cráneo que acabara con su vida.
Ante tal panorama lo menos aconsejable es sentarte a ver la tele, ya que hay dos opciones: la primera de ellas es que su diarrea visual consiga atraparte y te conviertas en un esclavo más de la sociedad del consumo, o por el contrario que no aceptes formar parte de ella y cojas tu arma para impartir justicia. Por suerte Frank escogió la segunda opción.
Frank tiene muy claro cuales son sus objetivos, algo que por otro lado no es muy difícil ya que cualquiera de nosotros que vea la tele durante 10 minutos puede hacer una lista con más de cincuenta personas que merecen sufrir…y mucho.
Tras su primer asesinato, una insoportable niña rica de un reality, conoce a Roxy (Tara Lynne Barr) una encantadora joven que se une a él en su cruzada por liberar al mundo de toda la escoria que les manipula.
Frank y Roxy forman la pareja perfecta, una entrañable relación entre un hombre cansado de vivir y que quiere dar su merecido a quien él considera culpables de dar forma a la sociedad en la que vive y una joven llena de vitalidad que quiere acabar con toda la basura que le rodea y que la convierte en una inadaptada a los ojos de los demás.
En su camino acabaran con multitud de personajes televisivos y radiofónicos, con predicadores religiosos y con cualquier persona que ellos crean que no cumple con los modales básicos de convivencia y respeto.
God Bless America esta llena de excesos, desde su sublime primera escena con los vecinos de Frank a su icónico e irónico final en un plato televisivo, todo ello narrado con un acido humor negro que dibujara una enorme sonrisa en al cara de todos los que nos sentimos identificados con la película.
El director Bobcat Goldthwait ha conseguido traernos a dos personajes memorables que rozan la perfección con las grandes actuaciones de Tara Lynne Barr y Joel Murray. Tara Lynne consigue ganarse el corazón del espectador en cada instante que aparece en pantalla, pese a que su actuación resulta exagerada en multitud de ocasiones no se le puede reprochar nada ya que transmite vitalidad y buen rollo en cada escena. Por su parte Joel Murray da vida a un personaje que conseguirá convencerte con cada una de las palabras que componen sus brillantes monólogos y que convertirá su lucha en tu lucha.
Lastima que una película como esta tenga tan difícil (imposible) llegar a las salas de cine de nuestro país, ya que no estaría nada mal que mas de uno la viera e intentara recapacitar sobre hacia donde esta llevando su vida.
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