“Todavía no me cayó la moneda de que Favio no está, pienso en el clima que creaba en las filmaciones y era de pasión. Era muy querido por todos los técnicos porque sentían que con él iban a volar. Todavía no me ha llegado la tristeza porque pienso cuando trabajaba con él, como nos reíamos. Era un artista y por eso había momentos en que uno no podía estar cómodo mirando una película de Favio, te sentías incómodo en la butaca, querías irte. Sentías que él contaba con vos, no era el gran Leonardo que venía desde arriba a darte órdenes, era más de pedir que nos diéramos cosas ambos. Era un buscador del alma, un creador y cuando cantaba o hacía películas, todo lo hacía con pasión. Definirlo sería maniatarlo y él quería ser libre”.
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