Después de más de quince años, el tren vuelve a funcionar para unir a Buenos Aires y Mendoza.
El miércoles 30 de diciembre se puso en marcha el Tren por la Paz y la No-Violencia, con un total de 800 pasajeros.
Emprendimos un viaje de 24 horas para llegar a la ciudad de Mendoza.
El viaje representó una experiencia muy emotiva. Cuando llegábamos a los pueblos (Laboulaye, Rufino, Justo Daract), la gente nos recibía con los brazos abiertos, llorando, celebrando. Claro, hace muchos que no pasa un tren con pasajeros. El tren le daba vida a los pueblos y la pérdida de este sistema de transporte los dejó aislados, olvidados, marginados. En muchos pueblos, la gente se quedó en las estaciones hasta altas horas de la noche, bajo la lluvia, para esperarnos y recibirnos.
El interior del Tren por la Paz y la No-Violencia fue una fiesta constante. Músicos en cada vagón, entusiasmo y un constante estado de celebración.
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