viernes, 29 de agosto de 2008

EL AMIGO BIOY

Ciertamente, no sé por qué tardé tanto en descubrir a Bioy Casares. Me arrepiento de haber dejado pasar tanto tiempo.
Siempre lo tuve en cuenta, siempre supe que algún día empezaría a leerlo. Pero bueno, estaba ocupado con otros escritores. Primero Dostoievsky, después Cortázar, después Borges, después Arlt, después Balzac. Al final, Bioy siempre quedaba pospuesto. Hasta ahora.
Lo primero que me llamó la atención de Bioy es la familiaridad que establece con el lector. Su prosa es simpática, agradable, fluída. Uno termina de leer "El héroe de las mujeres" o "Dormir al sol" y piensa: me gustaría haber sido amigo de este tipo. Con Borges no pasa lo mismo. Con Borges la relación es diferente, uno quisiera tenerlo más como profesor que como amigo. No estoy diciendo que Borges sería un mal amigo, nada de eso; quisiera conocer a Borges para tenerlo sentado en una mesa, hablando y hablando, y yo sentado en frente, escuchando y escuchando.
Recuerdo que Susan Sontag hizo una interesante distinción entre Sartre y Camus, sosteniendo que ella quería a Sartre como marido y a Camus como amante.
De acuerdo, si vamos a comparar a Borges y Bioy, quisiera tener a Borges como maestro y a Bioy como amigo. Supongo que el paraíso debe ser algo parecido a eso.

Apuntes literarios

Diego Miraski siempre ha tenido una obsesiva pasión por la organización, sobre todo en lo que respecta a sus experiencias y pensamientos. Esa manía de clasificar, ordenar, poner todo en perspectiva y después volver a acomodarlo. En fin, una tarea que demanda muchas horas y demasiadas insatisfacciones.
En las últimas semanas, sin ir más lejos, no pudo dormir. Siempre se consideró a sí mismo un escritor, siempre estuvo consciente que publicaría unas cuantas novelas y sacudiría el alma de sus contemporáneos. Pero claro, entre tantas idas y vueltas comprobó que no estaba escribiendo nada. Hizo un repaso de los últimos diez meses y el resultado fue nefasto: "no hice nada, nada de nada, ¿dónde está el tiempo perdido? ¿Qué hice en todos estos meses?".
Perspectiva, reorganización. Repasar las semanas, las horas.
Retrocedió un año, después dos. Siguió retrocediendo en su mente. Llegó al preciso instante en el que tenía 20 años. Después avánzó a los 25. Y después a los 30. Los resultados del análisis fueron catastróficos.
A ver, vayamos por partes. Diego Miraski pudo dividir su vida literaria en dos etapas.
Cuando tenía 20 años, vivía creativamente sin saberlo, sin proponérselo. Escribía todos los días. Claro que era muy desprolijo y nunca podía terminar nada. Empezaba un cuento y lo dejaba por la mitad, después emprendía una novela y la dejaba por la mitad. No se preocupaba por los resultados porque sabía que era joven y tenía toda la vida por delante para convertirse en un verdadero escritor.
Después, a los 25 años, empezó a preocuparse. Sintió el paso del tiempo, se dio cuenta que no tenía nada entre manos. Temió lo peor, temió convertirse en un artista que no llega a ningun lado. Y ahi empezó otra etapa, que podríamos llamar la etapa de la especulación. Se propuso sentarse a escribir sólo cuando tuviera bien en claro sus ideas, sin malgastar energías innecesariamente en proyectos que no prosperaban.
Bueno, la cuestión es que escribió muy poco y cada vez que lo hacía se anteponía el deseo de triunfo. Y no hace falta detallar los resultados. Se volvió un poco cínico y descreído. Y lo peor de todo, dejó de vivir creativamente. Dejó de andar de acá para allá imaginando historias y personajes, solamente pensaba en qué tenía que escribir para triunfar y trascender.
Diego Miraski necesitaba un balance, algo tan simple como decir: "bueno, voy a escribir todo lo que tenga ganas de escribir pero siempre con la noción de no malgastar energía sino de llegar a algun lugar concreto..." Pero ya era tarde.

Apuntes ferroviarios

Bueno, una noche comun y corriente en el tren. Demasiados pasajeros, todos amontaonados, en silencio, mirando la nada. Hay una mujer al lado mío, tiene un I-Pod y se la pasa cantando en voz alta unas horribles canciones latinas. No desentona, al menos. Miro alrededor. Todas las personas la miran con indignación, con burla, incluso hacen comentarios sarcásticos. Pero la mujer en cuestión es ajena a todo esto. Sigue cantando, nada la interrumpe. De repente, nuestras miradas se cruzan. Me siento un poco incómodo, porque me mira con indisimulada insistencia. Advierto que no está tan mal, después de todo. Pero no, no voy a hablarle. Seguro que después me arrepentiré. Sigo mirando alrededor; el resto de los pasajeros siguen mirándola con desdén, burlonamente. Me da miedo ser como ellos, tan prejuicioso, tan intolerante. Me da miedo no poder ser como esta mujer, que hace lo que tiene ganas de hacer y lo disfruta. Al fin y al cabo, no está molestando a nadie. Desciendo en Banfield.

viernes, 22 de agosto de 2008

LA VIDA DE UN ESCRITOR


La vida de un escritor es insegura. Cada proyecto supone empezar de cero, de nuevo, y puede ser un fracaso. Además, es una labor muy solitaria. Puedes hablar sobre lo que estás escribiendo y discutirlo, pero cuando te sientas frente a la hoja en blanco estás a solas con ella y nadie te puede ayudar. He oído que el alcoholismo es una enfermedad laboral de los escritores.
ISAAC ASIMOV.

miércoles, 13 de agosto de 2008

ARLT

Encerrado entre cuatro paredes, escribiendo. Empezar desde cero.
No nací para la silenciosa mediocridad.
Intento por centésima vez escribir algo hermoso y duradero. Sacudir el alma de los mortales. Pero mi esfuerzo se evapora en el vacío. Penuria del viajero perdido en el camino.
No tengo nada para decir. El mundo de mis emociones es pequeño.
Mi espíritu no se relaciona con los intereses y los problemas de las personas que me rodean, sólo tengo ambiciones personales, carentes de valor.
La amargura del fracaso. ¿Cómo describir la desesperación de haber perdido el paraíso?
Detenido en el sueño de la acción y el temor al fracaso.
Encontrarse con la conciencia que no soy capaz de hacer algo original.

lunes, 11 de agosto de 2008

MISION CUMPLIDA


Bueno, llegamos

Cuatro meses más tarde de lo previsto

Con infinidad de complicaciones, pero finalmente llegamos

Kamikaze está terminado

Pronto se realizará el estreno, y los festivales, y todo lo demás.

Y el largo Kamikaze, obviamente

GARCIA, SEGUN SPINETTA

Yo pienso que si alguien toca el cielo y vos le exigís que lo haga mil veces, alguna vez cuando va a volar por ahí lo agarra un rayo.
Entonces nosotros no podemos pretender que él sea toda la vida el mago de siempre. Ni yo ni nadie lo logra. ¿Por qué se lo exigimos a él? ¿Qué es lo que falta que nos dé? ¿Qué mierda queremos de él?
Creo que justamente el ego es la parte más débil de García. Se jugó un papel muy sobresaliente, muy mediático. Y ese es un círculo vicioso porque los medios te liquidan. Por eso, tener esa línea de “que nadie se entere”, suponete, a veces es mejor que la línea totalmente abierta del quilombo.
Por otro lado, si vos te aniquilás sin que nadie se entere, terminás aniquilado igual, ¿ok? A Charly no se lo puede quitar lo genial, ni la peor hazaña que pueda realizar.
Somos un poco buitres con respecto a eso, queremos que el tipo, aunque esté caído, nos siga dando algo que nosotros consideramos tal cosa y todo lo que no sea eso no lo queremos.
La gente quiere que algunos artistas sean un Mc Donalds de crear arte. No existe eso. No nos engañemos.
¿Qué le pedimos? ¿Qué somos capaces de darle
La gente que me rodeó a mí siempre fue mi familia, mis amigos del alma y nada más. García no es así, pero no tiene por qué serlo.
¿Por qué debería estar tan tranquilo? Es un genio, es un divino, tiene que ponerse bien y volver a hacer buena música, como a él se le ocurra. Y lo aplaudiremos otra vez. Sino, estamos haciendo fuerza sobre algo demasiado débil…
Yo les digo que esta parte es la peor del reportaje, eh. Porque… ¿qué puedo decir yo?
LUIS ALBERTO SPINETTA

sábado, 2 de agosto de 2008

LLAMADAS DE VIERNES A LA MADRUGADA


Bueno, la cuestión es que ella me llamó y me dijo:

No estoy inspirada para hablar. Estoy en un receso que dura una semana, quizás dure unas semanas más. Me intriga saber qué tenés para decirme. Yo tengo muchas cosas para decirte, a vos, a todos, pero no puedo comunicarme con nadie. Estoy intolerante, ¿entendés? Tengo una permanente molestia. Estoy débil y no lo puedo creer… no lo quiero creer. ¿Quién te pensás que sos? Vas y venís todo el tiempo. ¿Cómo se supone que tengo que sentirme? ¿Cómo te sentís? Lo único que te importa es cómo te sentís sobre mí, pero no te importa cómo me siento yo… Yo sí sé cómo me siento. No sé qué es. Sos muy cool y sos más diferente que yo, más diferente que los demás. No sé nada. No creo que me molestes, ni nada. Si me molestaras, te lo haría saber. No ando con vueltas. Ahora no entiendo nada. ¿Vos entendés algo? Yo muchas veces entiendo las cosas pero no las comprendo. No sé, lo mejor seria hablar personalmente. Después arreglamos, ahora no puedo. Chau.

NADA DE NADA


Gustave Flaubert, en un certero intento por inaugurar un tipo de sensibilidad moderna radical, manifestó: "Quiero escribir una novela sobre nada".
Según el crítico Tabarovski, Flaubert (mediante la experiencia de la nada) soñaba con ver al mundo tal cual era: un mundo donde ocurren toda clase de pericias, pero que conducen a nada.

Como diría el poeta Edmond Jábes: "No haber tenido nada para decir, y haber querido expresarlo".

viernes, 1 de agosto de 2008

LITERARIOS


¿Para qué escribimos? ¿Para quien? Quizas tenga razón nuestro amigo Caparrós. Escribimos para escribir. Porque es interesante, simpático, satisfactorio incluso, porque no está mal ser escritor. Tal vez por eso las librerías están llenas de libros que no dicen nada, que se olvidan en un par de meses, que dan exactamente igual.