sábado, 11 de abril de 2009

LA PASIÓN DE SCORSESE


La novela homónima de Nikos Kazantzakis estuvo en la línea de salida de este ajuste de cuentas de Martin Scorsese con la iglesia católica, en cuya tradición se formó desde la infancia. Pero el realizador, en la que sin duda es su película más comprometida hasta la fecha, cuando menos aquella en la que osa abordar asuntos de mayor trascendencia, tuvo la mala suerte de que el ruido de fondo generado por este trabajo prácticamente anulara sus virtudes.
Los defensores de la moral, encarnados en las ardientes legiones fundamentalistas de la religión dominante, no vieron con buenos ojos que Scorsese defendiera contra viento y marea la figura de un Jesucristo más hombre que divinidad y, por ello, sometido a todas las debilidades que, de acuerdo con las escrituras y la historia de la Humanidad, acosan al ser humano.



Vista con la perspectiva que da el paso del tiempo y comparada con la mayoría del cine contemporáneo inspirado o determinado por los textos del Nuevo Testamento, "La última tentación de Cristo" es una película sincera, que va a la esencia de las cosas y penetra el estomagante discurso de las obviedades que resume la mayor parte de la historia del llamado cine bíblico, desde los pioneros títulos de Cecil B. De Mille hasta la última inyección de integrismo pre-conciliar con la que recientemente nos obsequió, es un decir, el excesivo Mel Gibson con su reciente "·La Pasión de Cristo".
Por lo demás, hay que añadir que "La última tentación de Cristo" es resultado de un más que magnífico trabajo de casting, gracias al que el impresionante Willem Dafoe se ve arropado por un inimitable Harvey Keitel y una, aquí más que nunca, subyugadora Barbara Hershey, una de esas actrices con las que el cine no ha hecho todavía justicia, condenada como está a ser una eterna secundaria que, como se dice en la jerga cinematográfica, le roba el plano a cuantos actores y actrices se pongan por delante.


Los efectos del fanatismo y la ignorancia, desgraciadamente vigentes en una sociedad que no olvida fácilmente la inquisición, han convertido La última tentación de Cristo es un fenómeno cuya vertiente sociológica ofusca injustamente la creativa. En la concurrida rueda de prensa que siguió al estreno europeo del film en la Mostra de Venecia, Martin Scorsese afirmó sobre su obra que esperaba que fuera motivo de controversias pero nunca hasta tal extremo. Unas palabras sinceras para referirse a un film que no sólo se defiende por sí mismo gracias a la fuerza expresiva de sus imágenes, sino que justifica, por otra parte, el curso de los anteriores trabajos del realizador norteamericano.

TCM Cine

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