lunes, 20 de abril de 2009

LAS PARTÍCULAS ELEMENTALES, de Michel Houellebecq


-Esos imbéciles de los hippies -dijo Michel-. Siguen convencidos de que la religión es una iniciativa individual basada en la meditación, la búsqueda espiritual, etc. Son incapaces de darse cuenta de que es todo lo contrario, una actividad puramente social, basada en el establecimiento de ritos, reglas y ceremonias. Según Auguste Comte, el único objetivo de la religión es llevar a la humanidad a un estado de unidad perfecta.
-¡Al imbécil de Comte te lo guardas para ti! -intervino Bruno, rabioso-. Si uno ya no cree en la vida eterna, ya no hay religión posible. Y si la sociedad es imposible sin religión, como pareces pensar tú, entonces tampoco hay sociedad posible. Me recuerdas a esos sociólogos que creen que el culto a la juventud es una moda pasajera nacida en los años ´50, que tuvo su apogeo en los ´80, etc. La verdad es que el hombre siempre le ha tenido pánico a la muerte, nunca ha podido enfrentarse sin terror a la perspectiva de su propia desaparición, ni siquiera de su propio declive.
Es obvio que de todos los bienes terrenales, el más preciado es la juventud; y ahora ya sólo creemos en los bienes terrenales. "Si Cristo no ha resucitado", dice San Pablo con franqueza, "es vana nuestra fe". Cristo no resucitó; perdió la batalla contra la muerte.

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