sábado, 19 de febrero de 2011

FACE-IZQUIERDA-BOOK


Soy un militante modelo XXI: tengo una cuenta en Facebook y pongo "me gusta" cada vez que aparece una nota revolucionaria. A veces, me atrevo a poner "compartir".
Y otras veces, escribo mis propias notas. El juego es fácil: usar un lenguaje revolucionario, decir que los medios mienten, los bancos roban y todos son unos conformistas que no quieren ver la realidad.
Todo el tiempo repitiendo las mismas frases, aprendidas de memoria.
Decir que el problema de la inseguridad es un problema de los burgueses y a mi no me afecta, haciéndome el desentendido.
Decir que la inseguridad se soluciona con educación, salud y trabajo, sin reconocer que no tengo ni la menor idea de cómo se accede a la educación, la salud y al trabajo, ni mucho menos cuáles son las herramientas que permitirían educación, salud y trabajo para toda la población.
No sé cómo funciona la economía, las leyes de mercado ni la política, pero no importa, no hace falta saber nada: solamente hay que repetir las mismas frases una y otra vez, mirar 678 todas las noches... y la jerarquía de militante viene sola.
Preocuparse por los problemas mundiales y no saber cómo resolver la problemática de un par de niños que mueren de hambre en la esquina de mi casa.
Querer cambiar el mundo y no saber cómo resolver las cuestiones mínimas del barrio.
Representar a los pobres del mundo pero no tener idea de cómo es un pobre, cómo siente ni qué piensa.
Hablar todo el tiempo de distribución de la riqueza pero no tener la menor idea de cómo se implementa.
Buscar enemigos fáciles y obvios.
Burlarse de la clase media porque son fascistas y no entienden nada.
Gracias a Dios existe la clase media. Si algún día la clase media se hace revolucionaria, todos los sectores de izquierda no sabríamos que hacer, recurriríamos al sucidio-en-masa o nos iríamos del país.
Es fácil ser revolucionario cuando hay una clase media retrógrada ante la cual podamos compararnos, con soberbia, y decir que somos mejores.
Y así estamos, dando vuelta entre una derecha inhumana y una izquierda infantil.
Una izquierda en constante pose, en constante sobreactuación, no le sirve a nadie.
Una izquierda que no lucha, no es izquierda (ha pasado a ser... búsquese la rima) y es el olvido.

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