jueves, 11 de noviembre de 2010

LA RECONCILIACIÓN


Por Guillermo Sullings

“Reconciliar en uno mismo es proponerse no pasar por el mismo camino dos veces, sino disponerse a reparar doblemente los daños producidos” Silo, Punta de Vacas, 05/05/2007.

Desde luego que el tratamiento superficial y descomprometido del tema de la reconciliación, también forma parte de la diplomacia hipócrita de los políticos de esta época, que mientras avasallan la vida y los derechos de las poblaciones en todo el mundo, hacen continuos y fervorosos llamados por la paz y la justicia.

Pareciera ser que algunos, tanto en lo personal como en lo social, entienden la reconciliación como una suerte de “borrón y cuenta nueva”, que les permite pasar varias veces por el mismo camino.

“Nada bueno se logra personal o socialmente con el olvido o el perdón. ¡Ni olvido ni perdón! Porque la mente debe quedar fresca y atenta sin disimulos ni falsificaciones....”

“...No seremos nosotros quienes juzgaremos los errores propios o ajenos, para eso estará la retribución humana y la justicia humana y será la altura de los tiempos la que ejercerá su dominio, porque yo no quiero juzgarme ni juzgar...quiero comprender en profundidad para limpiar mi mente de todo resentimiento.” Silo, Punta de Vacas, 05/05/2007.

La reconciliación no implica olvidar el pasado, sino evitar que el pasado se nos imponga como si fuera el presente, oscureciendo y condicionando el futuro. Es sobre todo un acto positivo hacia uno mismo, más allá de que pueda también tener consecuencias en otros.

El resentido que busca reconciliarse, no debiera plantearse si ese acto significa “amigarse con”, sino que significa “curarse de”.

Seguramente que muchos ciudadanos no se decidirán a exigir a sus gobernantes aquello que íntimamente consideran utópico. Pensarán que es más realista presionar a los gobernantes solamente cuando les aumentan los combustibles o los impuestos. Pensarán que “hacer lo correcto”, es apoyar alguna ONG que deriva algunos centavos para salvar la vida de algunos desnutridos, mientras sus gobiernos gastan fortunas en armamentos que arrasan con millones de vidas. Otros pensarán simplemente que este mundo es para unos pocos, que así han sido y serán siempre las cosas, aunque no nos guste.

¡Pues tenemos para los ciudadanos, una noticia mala y otra buena!

La mala noticia es que deberán asumir la responsabilidad de la violencia en el mundo.

Y es una mala noticia, porque a partir de ahora no podrán culpar solamente a los poderosos del sufrimiento propio y ajeno.

La buena noticia es que deberán asumir la responsabilidad de la violencia en el mundo.

Y es una buena noticia, porque a partir de ahora estará en sus manos terminar con la violencia.

Y para terminar con la violencia, deberemos empezar a transitar el camino de la reconciliación, a partir de una necesidad de un profundo cambio en nuestras vidas.

Tal vez la misma necesidad que algún día impulsó al primer homínido a ponerse de pie y poder mirar al cielo, para que luego se pusieran de pie algunos otros, y luego todos.

Tal vez la misma necesidad que algún día hizo que el primer hombre le perdiera el temor al fuego, para que luego perdieran el temor otros, y luego todos, hasta llegar a dominarlo.

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