viernes, 17 de septiembre de 2010

LA GENTE QUE ESTÁ SOLA


La semana pasada asistí a una filmación en una planta madedera de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos. Seis días intensos, de mucho trabajo y aprendizaje.
Pude observar a un tipo que me llamó la atención: un ingeniero de unos sesenta años, muy callado, con gestos tranquilos. Estaba viviendo en el hotel donde nos hospedábamos los técnicos. Después me enteré que el tipo lleva ocho meses viviendo ahí, lejos de su familia. Viaja a su ciudad natal todos los sábados y regresa los domingos. Un tipo solitario, que trabaja todos los días en la planta y después va a cenar a una parrilla (comiendo con lentitud, sin apuro, mirando la nada, no tiene por qué apurarse porque está solo y nadie lo espera) y después se va a dormir a su habitación, una habitación de hotel, es decir, nada parecido a un hogar.
Le pregunté qué hacía en sus tiempos libres, y me dijo que nada. "Esto es un pueblo, no hay nada para hacer, voy del hotel al trabajo y del trabajo al hotel todos los días".
Lo observé detenidamente. Este tipo se me presenta como una incógnita, alguien que no alcanzo a decifrar. No dejo de pensar en la canción de McCartney:
"Toda la gente que está sola, ¿de dónde viene?
Toda la gente que está sola, ¿a dónde pertenece?"

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