lunes, 28 de septiembre de 2009

AMENAZAS A MOVIMIENTOS SOCIALES


La solicitada "Los chicos del pueblo necesitan un abrazo", que se publicó en el suplemento Comunidad de este diario, estaba firmada por más de un centenar de prestigiosas personalidades y asociaciones, representantes de muy distintos ámbitos de la sociedad argentina. Todos coincidían en el mismo mensaje: su incondicional apoyo y solidaridad para con la Fundación Pelota de Trapo y los Chicos del Pueblo, porque entienden que "estas organizaciones son una parte del conjunto social, imprescindibles para un desarrollo con plenitud y justicia, y para que la Argentina vuelva a ser una tierra de promisión en el mundo actual".

¿Qué lleva a nombres tan conocidos como los de Beatriz Sarlo, Felipe Pigna, Adolfo Pérez Esquivel, Carlos Alonso, Osvaldo Bayer, Jorge Lanata, o entidades como Greenpeace, Poder Ciudadano, Biblioteca Popular Mempo Giardinelli, Fundación Huésped, por mencionar sólo algunos, a firmar esta solicitada? La obra enorme que llevan adelante Pelota de Trapo y el movimiento Chicos del Pueblo al impulsar la campaña nacional "El hambre es un crimen" es afortunadamente conocida por gran parte de la opinión pública, pero lo que quizá no se sepa de la misma manera son los distintos ataques que han sufrido y vienen sufriendo desde 2008: secuestros de sus miembros, asalto y robo a una de sus escuelas, golpizas y heridas a voluntarios y docentes.

Esto que podría parecer el relato de la trama de una película sobre mafias y mafiosos ocurre en nuestro país, y está dirigido contra dos de las organizaciones argentinas más involucradas en rescatar a niños y adolescentes de una vida indigna de ser vivida, para llevarlos por el camino de las necesidades básicas satisfechas, de la educación y del trabajo decente.

La tarea encarada por la Fundación Pelota de Trapo y la ONG Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo lleva ya muchos años de trabajo fecundo, lo mismo que las marchas anuales que organizan, cuando chicos de todas las provincias recorren distintas localidades hasta llegar a la Plaza de Mayo, en demanda todas las veces de que no más niños mueran de hambre en la Argentina.

Los talleres de imprenta, panadería, horticultura, las escuelas que acogen a los niños y adolescentes más desprotegidos de nuestra sociedad, toda esta realidad que se impone debe de haber molestado demasiado en algún sector del poder político y económico para haber provocado las reacciones anteriormente descriptas y que ya han sido denunciadas ante la Justicia.

Como dicen los firmantes de la solicitada, ayudar a estas organizaciones es "ayudarnos a nosotros mismos" a construir un país sin hambre y sin exclusiones y sin hechos delictivos producidos en la sombra, que avergüenzan y que alarman, porque su mera existencia demuestra palmariamente que a la falta de políticas de Estado se han sumado ahora fuerzas descontroladas que ejercen la violencia sobre aquellos que lo único que piden es, precisamente, una sociedad más justa y con oportunidades para todos.

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