domingo, 20 de septiembre de 2009

BASTARDOS SIN GLORIA - Cuarta Parte



MAS ODIO QUE CORAZÓN, por Javier Forta Fouz

4) Con menos canciones que lo habitual en el cine de Tarantino, pero bien enmarcda por Morricone y Bowie, "Bastardos sin gloria" presenta imágenes de claridad refulgente (Tarantino, el cinéfilo del videoclub, parece estar todo el tiempo presentando pruebas de que no hay nada como el cine visto en el cine). Y propone un desarrollo tenso y poco explosivo con un final bombástica, coppoliano, depalmiano, como si las hazañas operísticas de "El Padrino" se dieran la mano con la graduación de "Carrie". En toda esta mezcla hay una precisión nada ostentosa, que se adivinaba en posteriores versiones de "Pulp Fiction", y de entrada en "Jackie Brown", sus dos grandes películas anteriores a "Bastardos sin gloria"".


PARÉNTESIS, DISGRESIONES Y FINAL.

Obviamente, cada quien tiene sus Tarantinos favoritos y sus Tarantinos menos valorados, incluso sus Tarantinos subvalorados.

Sin embargo, tengo la sensación de que a Tarantino se le exige más que a cualquier cineasta. Ante cada una de sus películas queremos la recuperación definitiva del cine como gran espectáculo. También queremos las más grandes, ingeniosas y memorables conversaciones posibles (y a éstas, a su vez, las queremos convertidas en gran espectáculo). Reclamamos las mejores combinaciones entre música e imágenes. Le pedimos a Tarantino que sea cool pero que no se pase y le exigimos que prefigure con claridad a sus siempre inferiores imitadores.

Si las películas de Tarantino no cumplen con lo que les pedimos, nos hacemos los exquisitos (pero seríamos más felices si filmara con la regularidad de Woody Allen) y a veces, espectadores empachados y desagradecidos, no nos damos cuenta de que estamos ante uno de los grandes cineastas de nuestros tiempos.


Como si todas estas exigencias fueran pocas, a Tarantino se le revolean, además, objeciones morales, éticas, hasta penales. En 1997, Raymond Bellour decía sobre Tarantino: "Su cine es victima de la peor amnesia, pues cree que es visto por primera vez e ignora el verdadero valor de una imagen, lo cual explica su sorprendente irresponsabilidad ética" (¿No será mucho, Raymond?).

Por su (miope) parte, quien firma esta nota pedía una serie de cosas un poco absurdas a propósito de "Kill Bill Vol. 1": Trantino "no es por ahora (¿lo será alguna vez?) un cineasta de la emoción". Ha llegado ese momento: "Bastardos sin gloria" divierte, sorprende, abruma y emociona. Y en el momento en que uno cree que Tarantino cerrará su relato con un golpe realista y cínico resumido en que "al final todo se arregla en los altos niveles militares y no hay otra salida que la hipocresía", él y Aldo Raine (ambos de Tennesse y ambos con prominentes mandíbulas) no nos sueltan la mano.

Aldo hace lo que tiene que hacer y dice una frase clásica, bogartiana: "Me van a pegar unos cuantos gritos, pero ya me han gritado antes". Y Tarantino cierra su mejor película -por aliento, por logros, por la calidad de la emoción- y afirma que puede seguir sorprendiendo.

Tarantino ha hecho historia.

No hay comentarios: