domingo, 20 de septiembre de 2009

FRANCELLA, por Nazareno Brega


A esta altura ya nadie, o casi nadie, se atravería a discutir que "El secreto de sus ojos" es la mejor película de Juan José Campanella.
El cambio más notorio que beneficia a la película es la inclusión de Guillermo Francella, en reemplazo de Eduardo Blanco, como eterno ladero de Ricardo Darín.
Francella no había podido demostrar nunca en una película todo ese potencial cinematográfico que hace años ya se intuía al verlo en la televisión. Hasta ahora sus incursiones en la pantalla grande habían sido casi siempre excusas de alguna productora de televisión para explotar su popularidad gratuita para el público televisivo.
Francella parece haberse cansado de esas pequeñas estafas vacacionales y, a ya tres décadas de haberse iniciado en el mundo del espectáculo, intenta hacer un vistoso cambio de frente dentro del campo cinematográfico de su carrera.
Así fue que el bigote más famoso de Argentina mutó primero en una barba candado y ahora terminó por desaparecer del rostro, como quien intenta una amable transición antes de cambiar por completo la imagen. El primer paso fue "Rudo y cursi", donde el capocómico tuvo problemas para desmarcarse de un guión rústico que, ya desde la primera vez que abría la boca, lo obligaba a decir en off "che" y "boludo" para resaltar el acento porteño.
Se nota que Campanella sí sabe cómo tratar a un comediante. No hay más que disfrutar a José Luis Gioia en "El secreto...", la gran revelación de la película, para comprobarlo.
Campanella explota al máximo a Francella con una estrategia sencilla. Mantiene al actor, en la medida de lo posible, sobrio y contenido para desatarlo en ese momento justo cuando liquida al espectador con un par de líneas junto a Darín.
El capocómico siquiera necesita moverse para destacarse: una foto donde Francella aparece apoyado, medio torcido y buscando mantener el equilibrio, con la mueca justa consigue mucho más de lo que Blanco consiguió alrededor de Darín. La química entre Francella y Darín es perfecta.
Francella le agrega picardía al personaje. El Sandoval de Francella no parece nunca un buenazo que se toma siempre con soda todas las pálidas que le tocan.
La explosión de ese costado humorístico llega a niveles atómicos en "El secreto de sus ojos". Francella y Darín necesitan una comedia hecha y derecha donde no haya ningún caso que resolver ni tampoco se les cruce alguna chica en el camino. O al menos, si se tienen que topar con algo que que los distraiga un rato de la comedia, que eso no tenga tanta importancia.
Al enfrentarse con "El secreto...", la gran crítica posible es filosófica y tiene que ver con esos temas importantes de la película que embisten la ligereza de la comedia.
Camapenlla se atajaba en una entrevista diciendo: "Me parece que los golpes van a venir del lado ideológico. Seguramente no entenderán mi posición, eso lo veremos el mes que viene".
No hay necesidad de ahondar aquí en ese tema, pero siempre vale aclarar que no hace falta llegar al extremismo de "El triunfo de la voluntad" para conseguir una obra maestra más allá de todo tipo de doctrina o, para no volar tan alto, recordemos que Tony Scott consiguió en "Hombre en llamas" un ejemplo de sus grandes películas fascistas. (1)
Sin atribuirle aquí ninguna de esas lecturas a "El secreto de sus ojos", hay algo que llama la atención. Las secuencias más cuestionables en este sentido ocurren trs la desaparición de Francella, o tal vez, el caso más emblemático, cuando Darín y Villamil se sienten obligados a interrogar al sospechoso por las suyas porque el amigo Sandoval prefirió brindar en el bar y pegar el faltazo. Conclusión: poné a Francella, y todos contentos.
(1) El responsable de este blog no comparte la idea del autor de la nota sobre el fascismo de Tony Scott en sus películas.

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