¿Dónde estabas cuando murió EL CABALLERO ROJO?

Por Toni Torres

A eso de las dos de la tarde me llamó un amigo coleccionista a quien lo había llamado el Mercenario Joe. Sin anestesia alguna me lo contó: Falleció Baby.

Conocí a Humberto Baby Reynoso hace unos doce años. Me pasó su teléfono Pablom Gorlero, autor del libro sobre catch "Tomas, tijeras y cortitos".

Lo llamé y le dije que me gustaría conocerlo. Ese mismo fin de semana me tomé el micro a San Pedro para conocer al ídolo de mi infancia.

Me recibió con los brazos abiertos y la mesa servida, se había preparado un pollo a la parrilla.

Le mostré mis primeros bocetos del personaje y le conté que quería hacer una revista de historietas llamada "El Caballero Rojo". Que el protagonista iba a ser un hijo suyo.

Aún recuerdo la cara de sorpresa de él (todavía no había empezado la onda retro, ni la revista Titanes, ni las notas, ni las charlas). "Fenomenal, dale para adelante", me dijo.

Le pedí sacarme una foto y desapareció. Al rato apareció el Caballero Rojo, con el traje completo. Ese hombre con el que acababa de comer ya no estaba, ahora había un héroe enmascarado mucho más alto. Mi niñez se presentó ante mí en todo su esplendor.

Con el tiempo nos hicimos muy amigos, nos adoptamos como padre e hijo (él no tenía hijos, yo no tenía padre). Me acompañó a todas las charlas y presentaciones que lo invité. Sean en Buenos Aires, Santa Fe o Uruguay.

Una noche íbamos en un traxi a un reportaje en una radio. Antes de bajarse sacó del bolsillo la máscara y se la puso.

-¿Qué hacés?

-Hoy le hacen un reportaje al Caballero Rojo, no a Reynoso. Si voy sin la máscara, soy un hombre cualquiera.

Yo lo miré desconcertado, al fin y al cabo el reportaje era en la radio y nadie lo iba a ver. Cuando entramos entendí. Todos se acercaban a saludarlo y le pedían autógrafos, hasta el que le hacía el reportaje estaba emocionado.

Cuando le preguntan a los luchadores de Titanes quién fue el mejor luchador, siempre te responden lo mismo: Baby.

Baby se casó hace pocos años con su pareja de hace muchos, Adela. Ella lo cuidó con amor y devoción en estos últimos tiempos en que su cuerpo de a ratos lo traicionaba. Lo hizo vivir feliz y estuvo con él hasta sus últimos momentos. Por todo esto le estoy tremendamente agradecido con todo el corazón.

Los días posteriores a su muete fueron muy tristes, aún hoy mientras escribo esto me tiembla un poco la boca, como cuando uno no puede hablar por la emoción.

Durante los meses de mayo y junio, yo venía charlando con Martín Casanova y preparando el regreso del Caballero. Estaba esperando a que se concrete el proyecto para contárselo, pero nunca pude hacerlo.

Quizás con estas anécdotas quería que supiesen que debajo de esa máscara había un hombre fabuloso, un amigo, un padre.

Humberto Baby Reynoso se fue, pero nos dejó algo que muy pocos dejamos en la vida.

Una Leyenda.