domingo, 16 de mayo de 2010

FRANCIS SCOTT FITZGERALD Y LA ERA DEL JAZZ


"Marjorie consideraba si valía la pena convencer a su madre. La gente de más de cuarenta años apenas aceptaba cualquier razón. A los dieciocho nuestros puntos de vista son miradores desde los que observamos, a los cuarenta y cinco son cuevas en donde nos escondemos".
F. Scott Fitzgerald


Por Susana B. Cella
Finalizada la Primera Guerra Mundial surge en Estados Unidos un conjunto de narradores desilusionados y rebeldes, fuertemente individualistas y tan apasionados y desenfrenados que Gertrude Stein los denominó "la generación perdida". Entre los más importantes se cuentan Francis Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway.
En su libro "París era un fiesta", Hemingway escribió un capítulo titulado "Scott Fitzgerald", donde dice: "Su talento era tan natural como el polvillo en un ala de mariposa. Hubo un tiempo en que él no se entendía a sí mismo como no se entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o estropeado. Más tarde tomó conciencia de sus vulneradas alas y de cómo estaban hechas y aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no sabía hacer más que recordar los tiempos en que volaba sin esfuerzo".
Los tiempos de volar sin esfuerzo podrían verse como la imagen del impulso vital que animó a quienes nacieron a fines del siglo XIX o en las primeras décadas del XX. Identificados con la infancia del nuevo siglo, con la guerra y la posibilidad de futuro que su despertar prometía, buscaron una voz que los expresara, y la encontraron den gran medida en Francis Scott Fitzgerald.
Había nacido en el oeste medio, en St. Paul, el 24 de septiembre de 1896, en una familia de ascendencia irlandesa.
En 1920, después de muchos rehazos editoriales, pudo publicar su primera novela, "Este lado del paraíso", donde pudo representar a la voz de su generación. Tanto se conjugaba el mundo imaginario de Scott con lo que el público sentía y esperaba, que Scott comenzó a creer que en realidad tenía la cualidad de representarlos y aun de fijar parámetros de conducta. Años después dijo que la Era del Jazz "lo aburrió, lo halagó, y le dio más dinero del que jamás había soñado, simplemente por decirle a la gente lo que sentía".
En 1920 se casó con su gran amor, Zelda Sayre. Tuvieron una hija llamada Frances.
Posteriormente, las insatisfacciones y los desequilibrios psíquicos de Zelda convertirían este tiempo de éxito en un profundo pozo de angustias y desesperación. Pero por los veinte, América estaba en medio de una brillante juerga y Scott tenía mucho para contar.
Aparece una nueva moral, fruto de las transformaciones económicas y sociales. El tradicional puritanismo perdía su posición dominante. La ética de la producción (con su valorización del ahorro y la privación a fin de acumular más capital) cedió paso a la ética del consumo que se necesitaba para expandir el mercado.
El principal interés de la generación de Fitzgerald era separarse de la generación anterior. El placer ocupaba un lugar fundamental. Y entre sus ideales estaba lo que Fitzgerald llamaba "el hombre íntegro", aquel que es capaz de hacer cualquier cosa, mala o buena, consciente de sus capacidades y dispuesto a acumular sabiduría a través de la experiencia. Para ser respetados, los hombres del ´20 debían poseer energía y valor como para llevar a cabo cualquier deseo. Con la misma intensidad y desesperación trabajaban para lograr una posición social. En diez años le dieron un nuevo ritmo a la vida norteamericana. Al igual que su época, sucumbieron no tanto por la presión de fuerzas exteriores como por su propia lógica interna.
Entre 1935 y 1936, Fitzgerald sufrió un colapso psíquico y físico que describió en "The crack up" (El derrumbe), un libro lleno de amargura por lo perdido y por lo que pudo haber sido.
Luego trabajó en Hollywood y realizó viajes a La Habanna, pero su creciente alcoholismo le impidieron trabajar con la intensidad y calidad de años anteriores.
En 1940 pudo reencontrar el rumbo perdido, se mantenía sobrio y casi se había despreocupado de las enfermedades, pero su corazón no resistió. Falleció el 20 de diciembre de ese mismo año.

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