viernes, 2 de enero de 2009

STAN LEE, EL SUPERHÉROE


Desde que yo era niño y me empezó la afición por los comics, recuerdo siempre haber tenido claro el nombre de Stan Lee. Era un nombre tan común en mi infancia como el de Peter Parker. En mis primeros recuerdos tengo claro que Stan Lee era el escritor de la mayoría de los comics que me gustaban. Casi era un personaje más. Eso no me pasó ni con Jerry Siegel (creador de Superman) ni con Bob Kane (creador de Batman), de ellos solo supe su nombre cuando estaba más grande y aún hoy en día no es mucho lo que conozco sobre ellos. Con Stan Lee todo es diferente, él es un héroe más dentro de mi imaginario, pero no solo del mío: Stan Lee logró su fama mundial gracias al perfil de sus personajes.


Stanley Martin Leeber nació el 28 de diciembre de 1922, era hijo de dos inmigrantes rumanos y tuvo que enfrentar una niñez dura en medio de la Gran Depresión. Su prima era la esposa del editor de la compañía de comics Timely y por esa razón se involucró en el negocio desde muy joven. Allí trabajó como creador de historietas de distintos géneros. En los años 60 Timely había adoptado el nombre de Marvel, y veía con preocupación como la competencia, DC Comics, había tomado un segundo aire con personajes como Flash. Entonces se le encargó al prometedor Stan (junto al talentosísimo dibujante Jack Kirby) crear algún superhéroe que pudiera poner a Marvel en primeros planos. Entonces nacieron los 4 Fántasticos, al poco tiempo llegaron Hulk, Spider-Man, los X-Men, Iron-Man… y la historia de los comics cambió para siempre.



Y es que Lee fue un revolucionario en todos los sentidos. Hasta su llegada, el superhéroe era lejano y ajeno: montado en un pedestal con todo su poder. Ni Metrópolis ni Ciudad Gótica existían. En cambio las historias del Hombre Araña o los 4 fantásticos suceden en Nueva York. Así Stan Lee crea su propio universo en un mundo cercano a los lectores y de esta manera nos deja un mensaje hasta ahora ajeno al mundo del cómic: los superhéroes no son una especie de mesías que viene de otro mundo con circunstancias ajenas a nosotros (de hecho Lee siempre afirmó que Superman lo aburría porque no parecía importarle nada). En el universo de Lee un superhéroe no es otra cosa que un hombre común teniendo que escoger qué hacer en una circunstancia extrema. Antes que ser un héroe, es una víctima: un adolescente es picado por una araña (Spider- Man), un grupo de astronautas sufren una sobredosis de rayos cósmicos en su regreso a la tierra (Los 4 Fantásticos), un científico sufre una descarga de rayos gama (Hulk), y un multimillonario recibe una bala (Iron Man). Pero lo héroes no son los únicos incluidos en estas desafortunadas circunstancias: el Doctor Doom, el Doctor Octopus, o el Duende Verde también fueron victimas de ese azar que no parece ser tan caprichoso. El universo de Lee es el enfrentamiento entre distintas visiones sobre lo que se debe hacer con mucho poder: algo que parecería extractado de la cotidianidad de los seres humanos que parecen no haber comprendido muy bien aquella famosa frase que marca toda la vida de Spiderman: “con un gran poder viene una gran responsabilidad”.


Pero el tener ese poder inesperado y no solicitado no sólo trae un problema de responsabilidad. Todos los personajes de Lee nacieron durante los años 60 y se nota claramente una influencia de los movimientos que abogaban por los derechos civiles. Por eso encontramos un gran mensaje en contra de la intolerancia: los héroes no salen en la foto ni son celebridades; de hecho, muchas veces deben esconderse, vivir en el ostracismo e incluso huirle a la ley. Los X-Men, por ejemplo, son mutantes, personas que nacieron con una característica que no posee la mayoría de la sociedad y son segregados. En el caso de Hulk por ejemplo, Lee dijo que decidió hacerlo porque quería ver lo pasaba si se tenía un superhéroe que al tiempo fuera un monstruo. Precisamente ese es el encanto de Lee, tratar de que nos demos cuenta que aquel al que le tememos puede ser nuestro salvador.
Al leer las historias que Stan Lee escribió en los sesenta, aquellas que cuentan la génesis de todos los héroes, vemos que no son simplemente historias de hombres en mallas salvando el mundo. Son pequeños testimonios de los problemas contemporáneos. Por eso Stan Lee tuvo la fama y el reconocimiento, que talvez sus pobres héroes nunca pudieron tener.
(Manuel Carreño)

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