martes, 13 de enero de 2009

SUPERMAN x BIRMAJER - PARTE I


EL MÁS HUMANO DE LOS EXTRATERRESTRES, por Marcelo Birmajer
En los ´70 circulaba por los quioscos y librerías porteñas una revista-libro, alta y gruesa como un diario dominical, en la que Superman combatía sobre un ring de boxeo contra Cassius Clay (Muhammad Alí). La pelea era, en realidad, una semifinal, puesto que el premio del vencedor consistía en representar a la Tierra en un combate pugilístico contra un monstruoso extraterrestre.
Aunque el propio Clark Kent o, más precisamente, Kal El (el nombre real de Superman) no es otra cosa que un extraterrestre, en este capítulo tan especial parecía estar a punto de pasar por un trámite de naturalización a su planeta de adopción, como si las décadas de haber salvado a la humanidad no hubieran sido suficientes para volverlo un humano más.
El extraño afán por cambiar radicalmente de identidad parecer ser una ambición compartida tanto por seres humanos como por superhéroes. La mayoría de los malvados terrestres que enfrentan a Superman desearían convertirse en seres con poderes superiores a los del hombre, mientras que Superman más de una vez evaluó la posibilidad de abandonarlo todo para ser un hombre sin más poderes que el amor de Louisa Lane.

¿Qué no daría Lex Luthor, el principal enemigo humano de Superman, por convertirse en un kryptoniano? Mientras que Brainac, el segundo gran enemigo de nuestro héroe, nacido extraterrestre, termina convirtiéndose en una suerte de computadora humana.
En la pelea con Alí, Superman accedía a rebajar sus poderes por medio de dosis moderadas de kryptonita, y Alí lo destrozaba. La tapa del álbum mostraba a un Superman con el rostro desfigurado por los golpes, en una semblanza bastante aproximada del rostro de nuestro Ringo Bonavena cuando resistió el mismo combate. Creo que fue una de las pocas veces en que atestiguamos una derrota del hombre de Krypton, hasta que los desatinos del marketing lo llevaron a la muerte en un célebre capítulo de 1993, que fue noticia en la prensa de todo el mundo.
Este Superman perdedor de los ´70 –y esporádicamente muerte en los ´90- no fue un exabrupto de un guionista tremendista sino la conclusión de una oleada editorial que afectó también a Batman y a otros tantos paladines, considerando que el mejor modo de renovar a los justicieros era imponerles una fragilidad casi humana y cargarlos de conflictos. No adosarles un talón de Aquiles, sino despojarlos de su inmunidad general y arrebatar al lector la certeza del triunfo del protagonista.
Es curioso y paradójico que estos semidioses que alcanzaron la fama gracias a su omnipotencia hayan debido recuperar el éxito perdiendo sus dones.

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