sábado, 31 de enero de 2009

A VECES PREFIERO A LOS VILLANOS


A fines de 2008 se estrenaron dos filmes que tienen muchos puntos en común: el melodrama mexicano “Arráncame la vida” y la película histórica “La Duquesa”.
¿Qué tienen en común ambos filmes? Una propuesta argumental que, aparentemente, siempre funciona. Veamos: hay una joven hermosa y liberal que tuvo la desgracia de casarse con un hombre sin corazón (y adinerado), y un buen día conoce a un joven idealista (y pobre) del que se enamora perdidamente.
Está bien, no me molestan estos argumentos. El problema es que los filmes mencionados han cometido (creo) graves errores al seleccionar el elenco.
En “Arráncame la vida”, la bella protagonista está casada con un militar omnipotente y despiadado interpretado brillantemente por Daniel Gimenez Cacho; este notable actor supo crear un villano muy interesante, cargado de matices, muy carismático. Claro, la chica se enamora del joven idealista interpretado por José María de Tavira, que es un pésimo actor y está todo el tiempo sonriendo como un idiota.


En “La Duquesa”, la bella protagonista está casada con un aristócrata sin sentimientos, déspota y mujeriego interpretado brillantemente por Ralph Fiennes. De más está decir que Fiennes es uno de esos actores que a uno le gusta ver en la pantalla; en cada toma brinda una clase de actuación. Claro, la chica se enamora del joven idealista interpretado por un pésimo actor (Dominic Cooper), un tipo que tiene un aspecto de extrema arrogancia.
En ambas películas, terminé poniéndome del lado de los malos. Los buenos me caían mal, me parecían tontos, agrandados, con esas espantosas sonrisas dignas de los galancitos de telenovela.
Hay que avisarle a los productores de estos filmes que tengan más cuidado con los castings: eligen actores prestigiosos y carismáticos para representar al marido que tenemos que odiar, y en contraposición eligen actores mediocres para representar al amante que tenemos que aceptar. Espero que la próxima vez afinen la puntería.

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