jueves, 1 de abril de 2010

ALFONSIN Y EL PODER DEMOCRÁTICO


No existe cooperativismo si no hay una profunda voluntad de transformación en las instituciones.
En este marco conceptual, que otorga a la cooperativa en carácter instrumental, sostenemos la necesidad de un cooperativismo integrado, poderoso institucionalmente, al servicio de las mayorías populares y con una profunda voluntad de abarcar cada vez mayores sectores de la actividad económica. Sostenemos que es el Estado un importante agente de cambio social, y el cooperativismo, un valioso complemento de su acción.
Frente a la emergencia nacional, creemos profundamente en la utilidad del movimiento cooperativo en relación con los tres criterios rectores fijados en la plataforma electoral para la acción de gobierno:

Resolver la emergencia.
Consolidar el poder democrático.

Crear las bases para un período de estabilidad, justicia y desarrollo.
Para resolver la emergencia social, que elimine del territorio del país la inmoralidad de la pobreza, es posible complementar la acción central del Estado con las potencialidades reales de un cooperativismo que deberá alentar formas sencillas y eficientes para atender el drama de los marginados, en base a la solidaridad y autoayuda. Se prestará, en este sentido, el apoyo inmediato y amplio del gobierno en materia de legislación impositiva, ayuda económica integral, asesoramiento y educación.
Para consolidar el poder democrático, entre otras cosas es necesario fortalecer la sociedad civil, a través de incentivos que impulsen la participación racional de los ciudadanos en las organizaciones populares.
La vasta extensión y el desarrollo cualitativo del movimiento cooperativo brindan estructuras con una importante experiencia participativa, que, aunque perfeccionables, han demostrado su eficiencia, incluso en momentos en que el movimiento fue hostilizado por los gobiernos militares y los sectores del privilegio.

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