Un amor que tiene recompensa en forma de ocho Goya, incluidos todos los palos gordos, para 'Celda 211'. Una película que él pensó pequeñita y que se ha convertido en uno de los éxitos más unánimes de crítica y público de los últimos años: La historia del motín carcelario liderado por el 'chunguísimo' Malamadre (Tosar).
"¿El día después? ¡Pero sí para mí todavía no ha sido! Además, me cuesta hablar, pero no por la emoción, sino porque mi pequeño cerebro tiene un límite", confesaba ayer Monzón frente a una cocacola en una cafetería de la Plaza de las Comendadoras de Madrid.
Él pensó que 'Celda 211' iba a ser el proyecto en la que le iba a acompañar menos gente. "Es dura, áspera y difícil de ver", matiza Monzón en un momento de su entrevista con EL MUNDO. Dice que le paran señoras de 70 años por la calle y le espetan que es una película "muy bonita". Y él se queda un poco a cuadros. "Sobre el papel esto parecía una olla a presión: una historia trágica que rodamos hacinados en una cárcel real, con presos reales y en medio de una gran claustrofobia. Pero sí, la verdad es que todo fue un trabajo bonito hecho desde el amor y la amistad".
"A lo mejor es que esta película tiene algo que conmueve a la gente y que ni siquiera yo mismo sabía que llevaba dentro", se pregunta en otro momento el director de películas como 'El corazón del guerrero' y 'La caja Kovak', que en su momento no despertaron, ni por asomo, la euforia de 'Celda 211'.
"Las grandes películas son aquellas de las que eres capaz de recordar dos o tres momentos. Por eso me siento halagado de oír que 'Celda 211' ha acompañado al público durante varios días", sostiene antes de lanzar una reflexión de por qué el cine sigue siendo importante: "Porque son experiencias personales que tú has vivido y que tienen más valor que tus propias vivencias anodinas".
No se atreve a descifrar las claves de su éxito. Ahora bien, afirma que ha querido evitar "los lugares comunes" del cine carcelario que no tienen nada que ver con la realidad de las prisiones. En su lugar, sí que hay una querencia por el cine "seco y directo, casi de serie B, que hacían directores americanos como Don Siegel, Robert Aldrich, Samuel Fuller, incluso Sam Peckinpah".
Y lo dice con la reverencia del cinéfilo que ni por asomo se atreve a aproximarse a sus ídolos. "Sí que confieso que en el final pensamos en 'Grupo salvaje' y en esa épica de la desesperación. Por otra parte, en el arranque quiso "que a los cinco minutos estuviese el 'fregado' montado y que el espectador se sintiese dentro de ese motín". Ahí parece revivir el cineasta, entre sus recuerdos de cine.
Monzón fue cocinero antes que fraile y por eso enseña todas las cartas, al contrario que otros directores más crípticos. "Puede que sea así. Es verdad que, cuando yo hacía entrevistas, la gente que más me gustaba era la más cercana y la que se tomaba esto como es: un privilegio que te conceden los espectadores. Tienes que acordarte que hay unos señores en las butacas y tu trabajo consiste en encandilarles". Ahora bien, dice ser fan de las explicaciones tan enigmáticas que hacia Kubrick de sus películas y que dejaban la puerta abierta al espectador.
También afirma que el acto de entrega de los premios fue "una muy buena gala" y vaticina que el supuesto alejamiento entre espectadores españoles y películas españolas llegará pronto a su fin, si es que realmente existe. Y señala como uno de los hacedores de este cambio a Álex de la Iglesia.
También se atreve a reflexionar sobre lo extraño de que el presidente del Gobierno le reciba por una película tan sumamente crítica con los que llevan la sartén por el mango. "No es un palo directo a un partido político, pero sí que es verdad que si la película dispara con bala hacia algún lado es hacia el poder. Y habla de cómo un sistema que nace para proteger al individuo, cuando ve algún problema para perpetuarse no tiene ningún problema en eliminar al individuo".
Sigue sin tener sueño. Tal vez porque su sueño es el cine. "Para mí es algo imprescindible. Siempre he creído que hasta una hormiga tiene que soñar un rato a lo largo del día para poder subsistir".
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