miércoles, 3 de agosto de 2011

EL EXPERIMENTO FILADELFIA DE LOS NAZIS - 1

Por Gustavo Fernández
Sobre fines de la Segunda Guerra Mundial, los nazis estuvieron (¿sólo estuvieron?) a punto de desarrollar aeronaves con el aspecto y comportamiento de “platillos volantes”. Pero ése no fue su único “proyecto negro”, abortado (¿abortado?) por la derrota militar.
En la abandonada mina de Wenceslas, en el Sudetenland, “Die Grockle”, “La Campana” era el desarrollo de un aparato que quizás continuó luego siendo experimentado en USA pero sobre el cual se discute su verdadera función: generador de antigravedad, apertura de “agujeros de gusano”, puerta en el tiempo o propulsor cósmico a velocidad lumínica. Este es un boceto de la historia. En el 2001, salió a la venta un libro muy especial. Su título era “En busca de la gravedad cero” y su autor, un británico devenido investigador histórico, Nick Cook, supo presentar una interesante y documentada historia sobre “proyectos negros” nazis, tecnología extraña aún para los cánones de este incipiente siglo XXI, rumores y calificada información científica.


Entre otros ítems, se proponía una explicación alternativa sobre lo “foo fighters”, esas misteriosas “bolas de luz” de comportamiento inteligente que los pilotos aliados observaron atónitos en las postrimerías de la Segunda Guerra. Junto a un investigador polaco llamado Igor Witkowski, que ya había escrito varios libros sobre la tecnología alemana de ese período, enfocaron su atención sobre una región montañosa próxima a la frontera checa, en el “Sudetenland”, o Baja Silesia. Allí, aparentemente, tropas especiales alemanas bajo la égida de un “Spezial Kommando” constituido por científicos altamente especializados y la “créeme” de los oficiales de las SS, trabajaban furiosamente, casi sobre el final de la guerra, en el desarrollo de un dispositivo antigravitatorio. Los estudios de la dupla apuntaron a reunir evidencia circunstancial que el resultado de tales experimentos se condecía significativamente con efectos el tipo “foo fighter”, en tanto excedían las limitaciones de la física normal, la alta cota de vuelo de las apariciones, los bruscos cambios de dirección con instantáneas desaceleraciones y aceleraciones, características que ni entonces ni en el presente pueden imitar los recursos aeronáuticos y espaciales conocidos.


El punto de partida de sus investigaciones fue un oscuro libro escrito por un ex oficial de las SS, de apellido Sporrenberg, titulado “La Wunderwaffe” (1). En él se cita que la última noticia de este dispositivo era que había sido oculto en una mina abandonada cerca de la pequeña aldea polaca de Ludwigsdorf, hoy llamada Ludwikowice. De hecho, consta en los registros históricos de los tribunales polacos que el oficial Karl Sporrenberg fue encontrado culpable de varios crímenes que él había cometido mientras estaba a cargo de las tropas especiales ya mencionadas. Éste proporcionó en su libro información detallada sobre el grupo de científicos y su destino (cuando 62 de ellos fueron ejecutados mientras el Ejército Rojo se cernía sobre Ludwikowice) y su suposición que el dispositivo quizás había sido enviado a último momento hacia Noruega. En tanto, Cook y Witkowski visitaron la región, que en tiempos previos a la Guerra había pertenecido al Reich, donde muchas de las minas de carbón situadas en la región montañosa fueron utilizadas como instalaciones de producción para la Wehrmacht, imposibles de ser vistas por los aviones de reconocimiento.


Allí, ciertamente, se produjeron algunas piezas claves de las V – 2, en lo que se conoce como “Colina del Bunker”, en las afueras de la estrecha y alargada aldea que discurre a ambos lados del horrible camino hasta la misma. Aquí comienza lo interesante: desde ella, nace otro, totalmente distinto, de 2,5 metros de ancho hecho de sólido concreto ascendiendo lentamente las colinas serpenteantes. El visitante se encuentra primero con la típica compuerta de un polvorín, con otras del lado opuesto del montículo que alguna vez lo cubriera. 50 metros después, un depósito. Aquí y allá, ventiletes de respiración de alguna gigantesca construcción subterránea, hoy sellados. Luego, nada por otros 600 metros, aparecen entonces algunas ruinas de lo que parece ser una fábrica y entonces sí, en medio de un enorme playón de concreto, lo que Witkowski llamó “el anillo de pruebas”. Donde se experimentaba con La Campana. 30 de diámetro, 7 de altura, 10 columnas de un metro con centímetros de grosor.
La historia. Debo a nuestro lector Jorge Guaraglia, de Uruguay llamar mi atención sobre estos hechos históricos que desconocía. Jorge, de todas formas, es cualquier cosa menos un simple conocedor de la cuestión por lecturas superficiales: Cito algunas referencias de su primer informe: “... Hace unos años conocí a un inglés medio chiflado que me habló por primera vez de un experimento denominado "The Bell" o "La Campana", en español, lo que este amigo me contó (te pido disculpas pero me ha pedido reserva de su nombre) fue algo tipo Indiana Jones donde decía que los nazis habían trabajado en algún aparato que generaba campos tipo lo que describe Berlitz en su libro junto a Moore "El Experimento Filadelfia". Estamos hablando de cosas raras, tambores de mercurio rotativos (¿no te suena a vimanas?) extraños campos energéticos y cosas así...”


“... Cuando este amigo me habló del tema no le creí nada, (incluso fui a Bs. As. a entrevistarme con él). El hombre parecía tener miedo, me dijo que sabía algo respecto al tema que (sic) ..."los servicios de inteligencia americanos lo habían amenazado si divulgaba lo que sabía...”. etc., etc. Como verás, me dije para mí... uno más de los chiflados. Mientras tanto hace algunos años estoy intentando certificar lo que Burnside (con el cual somos amigos por mail) dice en su libro "El escape de Hitler" acerca de que en 1945 habría aterrizado un avión en algún lugar del litoral uruguayo y se habrían bajado materiales y luego habría sido echado al río Uruguay. Para resumir un poco el relato, hace como 2 años un escritor polaco Igor Witkowsky me preguntó acerca de lo que yo sabía del tema, y que no entendía cómo alguien por estos lados podría saber algo de un tema que él recién estaba publicando en un libro, (mi mail se lo había dado Abel Basti desde Bariloche).
Le conté a Igor todo lo que sabía, que era bastante poco.
Para mi sorpresa, a la vuelta de algunos meses tuvo el hermoso gesto de enviarme un ejemplar autografiado donde PARA MI TOTAL ASOMBRO se mencionaban lugares, nombres, fechas, se volvía a mencionar el famoso avión que habría arribado a Uruguay, se mostraban documentos desclasificados y en definitiva un material valiosísimo y con una información que creo sumamente seria donde demostraba todo lo que mi "chiflado" amigo inglés me había dicho. ¿Existió The Bell?, todo parecería indicar que sí. ¿Fue traída a nuestras tierras durante la fuga nazi? ¿Por qué no? Al menos sus planos o un prototipo ...”. Aclaremos algunos puntos incidentales pero importantes.
Nick Cook es un periodista galardonado, que trabaja como especialista en temas aeroespaciales, en la revista británica Jane’s Defense Weekly, que es la máxima autoridad mundial en temas militares y de tecnología militar.

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