Por Gustavo Fernández
OVNIs y lavado de dinero. Fuentealba fue el primero en argüir que los grupos “contactistas” podrían estar lavando dinero procedente del narcotráfico. Acusó de ello abiertamente a Romaniuk, y va de suyo que no nos consta en absoluto (aunque cierto es que nunca nos quedó en claro de qué vivió Pedro a lo largo de su vida, y eso que le conozco personalmente desde mis quince años). Así que salteemos esta anécdota y veamos cómo se construye esta hipótesis que hoy, sin la audacia de EF pero con algo más de información técnica, nosotros también sospechamos.
Como sabemos, el método más sencillo de lavado de dinero es éste: contando con una suma X que deseamos “blanquear” (ingresar al circuito financiero legal), se selecciona a un testaferro A. Éste (entre otras cosas, sin antecedentes negativos comerciales o penales) abre uno o varios comercios, empresas, etc. Su ganancia estará en la propiedad de mercaderías, bienes y útiles, vehículos, maquinarias, luego propiedades, y las ventas o facturaciones reales, que esos emprendimientos produzcan. Hasta allí, todo bien.
Pero el punto es que se “inflan” exageradamente (y ficticiamente) esas facturaciones y ventas, en número y concepto. Así, B o C, “socios capitalistas” de estos negocios “lícitos” reciben como “liquidación societaria” la parte que les corresponde de esas irreales ganancias para invertir en inmuebles, otras actividades, etc., y que no es más que su propio dinero original que regresa así al mercado totalmente “limpio”. Pero las mascaradas comerciales pueden ser auditadas, vigiladas, inspeccionadas. Un juez puede ordenar el control de clientes que ingresen a un comercio, sus boletas o facturas, recibos.
Pero con las “fundaciones”, las “asociaciones civiles sin fines de lucro” y los “cultos” no pasa. Son perfectos, merced a un recurso lícito y constitucional: las donaciones voluntarias y anónimas. En efecto, ¿quién puede cuestionar a un pastor que asegura haber abierto la alcancía dominical para encontrarse con un sobre con miles de dólares? ¿De qué puede acusarse al gurú que recibe en su cuenta bancaria centenares de modestas transferencias procedentes de las Islas Salomón, algún banco perdido en Kamchatka o Macao?
A fin de cuentas, el Universo siempre provee... Si respeta los estatutos y rinde sus cuentas anualmente (sin siquiera tributar al fisco, pues en casi todos los países del mundo las instituciones mencionadas están exentas), ningún magistrado, ningún comisionado de policía ni autoridad política alguna puede ordenarle a un líder espiritual, Consejo Directivo de fundación o asociación civil en qué invertir el dinero recaudado en donaciones. Y allí, el círculo perfecto termina por cerrarse.
Victoria, y ¿túneles? Como dijimos, EF contó una historia con ribetes novelescos sobre sus aventuras en Victoria. Pero llama la atención en algo. Sin dar nombres personales, relata que miembros del CITEFA anduvieron por allí. Y a estar de sus decires, éstos estaban más interesados en los hipotéticos “túneles” antes que en los OVNIs.
Bien, ¿qué es lo llamativo? Que poco tiempo antes en el seno de esa institución se había creado una Comisión de Investigaciones OVNI. Y para la implementación de la misma (y, literalmente, casi para su conducción) se convoca, no a un reconocido ovnílogo, no a un experimentado aviador, no a un académico, sino a Julio Goyén Aguado, el más reconocido espeleólogo de la Argentina.
Como se sabe, la Espeleología investiga cavernas. Y Goyén Aguado no había tenido hasta entonces más experiencia como ovnílogo —aunque algunos colegas traten de reunir argumentos arrastrados por los cabellos— que la de un servidor. Algún día, podré dar por cumplido un pacto de honor que tengo con terceros y hablar libremente de muchos aspectos extraños en la vida de Goyén, pero no será el campo de los OVNIs uno de esos aspectos.
¿Qué podría, entonces, estar haciendo un espeleólogo al frente de una comisión cívico-militar de ovnilogía? ¿Tenía relación con ese interés del CITEFA con los “túneles” de Victoria (o de tantos otros lugares)? La muerte de Eduardo Fuentealba hasta dio inicio a una acotada pero macabra leyenda: la de la maldición que cae sobre quienes husmean demasiado en Victoria.
Poco tiempo antes, Guillermo Romeu, ex pastor pentecostal y factótum del grupo Radar Uno (que con vestimenta paramilitar y discreto armamento andaban por aquella localidad entrerriana a la caza de “grises”, una oscura réplica de las milicias WASP [2] de Estados Unidos), vestido íntegramente de fajina y con su pistola al cinto, se hizo presente en el cumpleaños de un familiar, gallardamente se cuadró y se descerrajó un tiro en la sien.
Referencias:
[1] Pero las mismas y a través de distintos medios, no sólo han desmentido esto, sino que afirman haber tratado de seguir la pista de las investigaciones de EF para sólo hallar improbabilidades y mentiras.
[2] Sigla de White Anglosaxon and Protestant: blanco, anglosajón y protestante, que señala a la clase fundadora del país y por ende la élite.
OVNIs y lavado de dinero. Fuentealba fue el primero en argüir que los grupos “contactistas” podrían estar lavando dinero procedente del narcotráfico. Acusó de ello abiertamente a Romaniuk, y va de suyo que no nos consta en absoluto (aunque cierto es que nunca nos quedó en claro de qué vivió Pedro a lo largo de su vida, y eso que le conozco personalmente desde mis quince años). Así que salteemos esta anécdota y veamos cómo se construye esta hipótesis que hoy, sin la audacia de EF pero con algo más de información técnica, nosotros también sospechamos.
Como sabemos, el método más sencillo de lavado de dinero es éste: contando con una suma X que deseamos “blanquear” (ingresar al circuito financiero legal), se selecciona a un testaferro A. Éste (entre otras cosas, sin antecedentes negativos comerciales o penales) abre uno o varios comercios, empresas, etc. Su ganancia estará en la propiedad de mercaderías, bienes y útiles, vehículos, maquinarias, luego propiedades, y las ventas o facturaciones reales, que esos emprendimientos produzcan. Hasta allí, todo bien.
Pero el punto es que se “inflan” exageradamente (y ficticiamente) esas facturaciones y ventas, en número y concepto. Así, B o C, “socios capitalistas” de estos negocios “lícitos” reciben como “liquidación societaria” la parte que les corresponde de esas irreales ganancias para invertir en inmuebles, otras actividades, etc., y que no es más que su propio dinero original que regresa así al mercado totalmente “limpio”. Pero las mascaradas comerciales pueden ser auditadas, vigiladas, inspeccionadas. Un juez puede ordenar el control de clientes que ingresen a un comercio, sus boletas o facturas, recibos.
Pero con las “fundaciones”, las “asociaciones civiles sin fines de lucro” y los “cultos” no pasa. Son perfectos, merced a un recurso lícito y constitucional: las donaciones voluntarias y anónimas. En efecto, ¿quién puede cuestionar a un pastor que asegura haber abierto la alcancía dominical para encontrarse con un sobre con miles de dólares? ¿De qué puede acusarse al gurú que recibe en su cuenta bancaria centenares de modestas transferencias procedentes de las Islas Salomón, algún banco perdido en Kamchatka o Macao?
A fin de cuentas, el Universo siempre provee... Si respeta los estatutos y rinde sus cuentas anualmente (sin siquiera tributar al fisco, pues en casi todos los países del mundo las instituciones mencionadas están exentas), ningún magistrado, ningún comisionado de policía ni autoridad política alguna puede ordenarle a un líder espiritual, Consejo Directivo de fundación o asociación civil en qué invertir el dinero recaudado en donaciones. Y allí, el círculo perfecto termina por cerrarse.
Victoria, y ¿túneles? Como dijimos, EF contó una historia con ribetes novelescos sobre sus aventuras en Victoria. Pero llama la atención en algo. Sin dar nombres personales, relata que miembros del CITEFA anduvieron por allí. Y a estar de sus decires, éstos estaban más interesados en los hipotéticos “túneles” antes que en los OVNIs.
Bien, ¿qué es lo llamativo? Que poco tiempo antes en el seno de esa institución se había creado una Comisión de Investigaciones OVNI. Y para la implementación de la misma (y, literalmente, casi para su conducción) se convoca, no a un reconocido ovnílogo, no a un experimentado aviador, no a un académico, sino a Julio Goyén Aguado, el más reconocido espeleólogo de la Argentina.
Como se sabe, la Espeleología investiga cavernas. Y Goyén Aguado no había tenido hasta entonces más experiencia como ovnílogo —aunque algunos colegas traten de reunir argumentos arrastrados por los cabellos— que la de un servidor. Algún día, podré dar por cumplido un pacto de honor que tengo con terceros y hablar libremente de muchos aspectos extraños en la vida de Goyén, pero no será el campo de los OVNIs uno de esos aspectos.
¿Qué podría, entonces, estar haciendo un espeleólogo al frente de una comisión cívico-militar de ovnilogía? ¿Tenía relación con ese interés del CITEFA con los “túneles” de Victoria (o de tantos otros lugares)? La muerte de Eduardo Fuentealba hasta dio inicio a una acotada pero macabra leyenda: la de la maldición que cae sobre quienes husmean demasiado en Victoria.
Poco tiempo antes, Guillermo Romeu, ex pastor pentecostal y factótum del grupo Radar Uno (que con vestimenta paramilitar y discreto armamento andaban por aquella localidad entrerriana a la caza de “grises”, una oscura réplica de las milicias WASP [2] de Estados Unidos), vestido íntegramente de fajina y con su pistola al cinto, se hizo presente en el cumpleaños de un familiar, gallardamente se cuadró y se descerrajó un tiro en la sien.
Referencias:
[1] Pero las mismas y a través de distintos medios, no sólo han desmentido esto, sino que afirman haber tratado de seguir la pista de las investigaciones de EF para sólo hallar improbabilidades y mentiras.
[2] Sigla de White Anglosaxon and Protestant: blanco, anglosajón y protestante, que señala a la clase fundadora del país y por ende la élite.
1 comentario:
Fascinante!. leete esto: http://www.cazamarcianos.mx/index.php?option=com_myblog&show=el-terrible-caso-de-guillermo-romeu-y-el-comando-ashtar.html&Itemid=
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