Podría detenerme largamente en las calamidades de aquellos días terribles y continuar describiendo lo que veíamos a diario: las horrorosas extravagancias a las que los enfermos eran arrastrados por el delito, las calles ahítas de cosas pavorosas, las familias que se convertían para ellas mismas en un objeto de terror. Pero después de haber contado que un hombre atado a su cama, al no hallar medio alguno de liberarle, le puso fuego a ésta y se quemó vivo, y que otro hombre bailó y cantó desnudo por la calle, como en éxtasis, de insoportables que eran sus tormentos, ¿qué puedo agregar? ¿Qué puede decirse para representarle al lector, de una manera viva, las miserias de aquellas horas, o para darle una idea más cabal de un infortunio que llegó al paroxismo?
DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE,
Daniel Defoe
DIARIO DEL AÑO DE LA PESTE,
Daniel Defoe
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