Por Luis Amman
28 de junio de 2009
Los diarios que aparecieron esta mañana cerraron anoche su edición con este titular: “Honduras votará hoy si quiere nueva Constitución”. La bajada del título explica:”El Presidente Zelaya llamó a una consulta no vinculante. Pero la oposición boicotea”.
La pregunta a los hondureños era si querían o no -ya diremos por qué escribimos en tiempo pasado- un referéndum para convocar a una Asamblea Constituyente para efectuar la reforma constitucional.
Esta mañana, tras 20 minutos de ataque con armas de fuego a su residencia, el presidente Manuel Zelaya Rosales fue secuestrado por militares golpistas que lo forzaron a abordar un avión rumbo a Costa Rica. Un golpe de estado tradicional.
Al mediodía, en el aeropuerto de San José, un hombre en pijama explicó con toda claridad los hechos y ratificó que no ha renunciado y no ha pedido asilo en Costa Rica. Dijo ser un presidente secuestrado a quien se le impide volver a su patria bajo amenazas de muerte hacia él y hacia su familia que permanece en Honduras.
Técnicamente, una consulta no vinculante tiene el valor de una encuesta. No es razón para que la justicia intervenga: mucho menos para un golpe de estado. Digamos con toda claridad que nada es razón para justificar el quiebre del orden constitucional y volver al pasado.
¿Cuál es la situación, entonces? El setenta por ciento de la población en Honduras está excluida de la protección social, está fuera de la sociedad. Manuel Zelaya Rosales es un presidente que descubrió esta situación siendo presidente y se ha movido para revertirla beneficiando a los sectores más desprotegidos. Enfrente, está una casta minoritaria que teme perder sus privilegios. Para este sector de poderosos la democracia es un sistema que vale cuando lo beneficia y el golpe militar y el gobierno “de facto” son recursos utilizables. Ese es el real enfrentamiento: el presidente y el pueblo contra la oligarquía que detenta el poder del dinero.
Este golpe de estado es un ensayo, una prueba para medir la reacción popular y continental. Los hondureños han tenido dificultades para reaccionar porque los militares cortaron la luz y las comunicaciones y han hecho creer que Zelaya renunció y se fue. Pero los gobiernos de la región deben moverse con rapidez.
El repudio de la OEA y de los cancilleres de toda América ya se ha manifestado pero hay que lograr que Zelaya vuelva a su cargo, lo ejerza en plenitud y complete el período para el que fue electo. La decisión debe estar en manos del pueblo y no de un grupito de empresarios con militares a sueldo.
http://www.youtube.com/watch?v=qy6pLsM4QxM
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