martes, 5 de abril de 2011

GUITARRA NEGRA, de Alfredo Zitarrosa (Parte III)


...Hace un buen rato ya que doy trabajo y vengo acostumbrándome al desuso de mi alma, a la razón del enemigo, a mis sesenta cigarrillos diarios, a las malas costumbres de mis canciones, que de algún modo siempre fueron nuestras, vos lo sabés, guitarra negra. . . Hoy reanudo en un cómico enderezo la hora de ayer parada en su nostalgia. Me hacen sufrir las alas que me puse para volar, más grito y se alzan, gimo y me acompañan, rio y baten de a dos, como que están amandose y se odian, sin embargo mis dos alas se odian, se enderezan, se hacen amigas mías para llevarme por todas partes: allá está la canción, aqui la nada. . . Más allá el pueblo y más acá el amor... Pero el pueblo está también más acá... Y antes estaba allá también, detras del pueblo el pueblo. . . Hemos viajado por todos mis caprichos y el pueblo hozando el piso, amandose con alas como las mias... Odiando su destino, odiándome y amandome sin alas, con millones de pies, con manos y cabezas y lenguas... Y sus mil bocas dicen: "Ahora, la suerte ya está echada..."

La mariposa viene hacia mi en la calle, en el aire húmedo, por el aire húmedo bailando, por el aire agobiante, ominoso, bailando en el aire caliente... Y yo vi que no era a mi a quien buscaba sino a la muerte... Y que no buscaba la muerte también vi, porque no era mariposa de la ciudad de hierro, ni nacida para eso... Sino que era mariposa nada mas, en la ciudad, presa y ya muerta de antemano, fatalmente... buscando en ese bailar loco y fragil un ala, un grano, una pizca de polen en el cemento... Porque la mariposa nace y no aprende nada hasta que muere en cualquier sitio, herida de muerte por su semana justa, por su tiempo preciso, por su sorbito de vida ya bebida.. . Eso no es tan triste... Tristre es ver su cadena de huevos en el hollín, depositados junto a un río de aceite, a la sombra de las altas paredes de cemento... Su cadena de huevos de seda...

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