martes, 26 de julio de 2011

LA CONSPIRACIÓN ELOHIM - PARTE 2

Por Dr. Jorge R. Olguín La llamada "Gloria de Jehová" tenía "dos caras": una de ellas, conocida como "el rostro de Jehová", era peligrosa, pues según cuenta la Biblia ningún hombre podía verla y sobrevivir. Sin embargo, Moisés logró ver la cara posterior tras refugiarse en la hendidura de una roca, haciendo caso a los consejos de Jehová (Éxodo 33,20). Es evidente que "la cara anterior de Jehová" se trataba de la parte inferior de la nave de los Ha, donde estaban sus motores, ya que cuando la "Gloria" se situaba sobre la Tienda de la Reunión, Moisés no podía entrar en ella (Éxodo 40, 34-35), pero cuando "aterrizaba" al lado, no había peligro (Éxodo 33, 9). Se ignora qué tipo de propulsión empleaba la nave, pero había severas órdenes de que nadie del pueblo se acercara a las inmediaciones donde ésta operaba (Éxodo 19, 12). Dicha nave tenía poderoso armamento, pues "era capaz de escupir un fuego que podía abrasar de golpe a 250 hombres (Números 16, 35) o de destruir ciudades enteras (Génesis 19). La mayoría de las personas, debido a la desinformación de las religiones tradicionales, siguen creyendo que Jehová es el Absoluto, pero los escritos demuestran que era un dios tribal, no universal, y que su mayor obsesión era repoblar su territorio con gente que le fuera fiel. De esa manera, se aseguraba de que en el futuro no surgiera ningún foco de "idolatría" a otros dioses, pues consideraba a ese pueblo "de su propiedad personal" (Deuteronomio 7, 6). ¿Cómo lograba eso? Allí comienza la conspiración de los Elohim. Debía "vaciar" previamente ese territorio de sus anteriores pobladores. Así que Jehová dio órdenes de conquistarlo. Eso sí.... para asegurarse que no habría futuras "contaminaciones" religiosas, decretó muchas veces la muerte de sus habitantes: "De las ciudades de esos pueblos que Jehová, tu Elohim, te da en herencia, no dejarás viva alma alguna; sino que consagrarás a completo exterminio al Hitita, al Amorreo, al Cananeo, al Perezeo, al Jivveo y al Yebuseo, conforme Jehová, tu Elohim, te ha ordenado; a fin de que no os enseñen a imitar todas las abominaciones que han cometido en honor de sus dioses y pequéis contra Jehová, vuestro Elohim" (Deuteronomio 20, 16-18). O sea, Jehová no quería prisioneros... ni siquiera mujeres o niños, tal era su crueldad. Por eso tampoco tuvo dudas en aplicar el mismo "remedio" entre los habitantes de su pueblo cuando éstos sentían que Jehová no era el dios de bondad que ellos esperaban y comenzaron a adorar de nuevo a sus antiguos dioses: "Así ha dicho Jehová, dios de Israel: "¡Ponga cada uno su espada al costado! ¡Pasad y repasad por el campamento de puerta en puerta y matad cada uno al propio hermano, al propio compañero, al propio pariente!" (Éxodo 32, 27). Esa orden dejó como consecuencia que tres mil hombres fueran víctimas de tan drástica medida, muriendo a manos de sus seres más queridos. Con respecto a los Ha, los seres de Vega V, tenían trajes resplandecientes. Una de las pruebas es que en el Libro de Enoch se habla de unos seres que eran tan refulgentes como el fuego pero que, cuando lo deseaban, podían adoptar la forma de hombres corrientes. Los Elohim se aprovechaban del temor que inspiraban los Ha a las tribus de aquella época y se servían de los veganos para someter por el terror a los ignorantes pobladores del Medio Oriente antiguo. Moisés se hizo cómplice de Jehová para provocar asesinatos en masa. Doy el caso de que cuando Coré se rebeló contra Moisés, éste le ordenó presentarse con 250 de sus hombres, portando incensarios ante Jehová en la puerta de la Tienda del Encuentro. Cuando todos acudieron, Moisés dijo: "En esto conoceréis que Jehová me ha enviado para hacer todas estas obras y que no es ocurrencia mía: Si mueren estos hombres como muere cualquier mortal, alcanzados por la sentencia común a todo hombre, es que Jehová no me ha enviado. Pero si Jehová obra algo portentoso, si la tierra abre su boca y los traga con todo lo que les pertenece, y bajan vivos al Seól (profundidades de la tierra), sabréis que esos hombres han rechazado a Jehová´. Y sucedió que se abrió el suelo debajo de ellos; la tierra abrió su boca y se los tragó, con todas sus familias, así como a todos los hombres de Coré, con todos sus bienes". (Números 16, 28-32). Añadiéndose más adelante que "Brotó fuego de Jehová, que devoró a los 250 hombres que habían ofrecido el incienso" (Números 16, 35). Es obvio que las armas de los Ha causaban estragos en las filas de los pobres israelitas que se rebelaban ante Jehová y Moisés, su cómplice. Hay otro detalle de la extrema crueldad: Hubo judíos que se impacientaron ante la larguísima travesía por el desierto y se lo hicieron saber a Moisés. La reacción de Jehová no fue precisamente "comprensiva": "Envió entonces Jehová contra el pueblo serpientes abrasadoras que mordían a la muchedumbre; y murió mucha gente de Israel" (Números 21, 6). Esas "serpientes abrasadoras eran rayos calcinadores provenientes de las armas de los Ha y provocaron cientos de muertos. También había mucha competencia entre todos los Elohim y la prueba es que Jehová era muy celoso y posesivo de "su pueblo". Siempre manifestaba el temor de que decidieran dejarlo e irse con otros dioses, y los sometía con amenazas que, llegado el caso, cumplía inexorablemente. Así como en Éxodo 32, 27 no dudó en ordenar la muerte de tres mil hombres, en Deuteronomio 7, 9-10, Jehová le advierte a Moisés: "Has de saber, pues, que Jehová tu Dios verdadero, el dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos, pero que da su merecido en su propia persona a quién le odia, destruyéndole". Advirtiéndole luego en Deuteronomio 8, 19-20: "Pero si llegas a olvidarte de Jehová, tu Dios, si sigues a otros dioses, si les das culto y te postras ante ellos, yo certifico hoy ante vosotros que pereceréis. Lo mismo que las naciones que Jehová va destruyendo a vuestro paso, así pereceréis también vosotros por haber desoído la voz de Jehová, vuestro Dios". Es importante aclarar que Jehová hacía caso omiso del servilismo de Moisés, pues no dudaba en amenazarlo si notaba que su "poder" se debilitaba. Y así Moisés obedecía en todo al cruel eloah, bajo el temor de una represalia personal. En un capítulo, el pueblo de Israel se estableció en Sittim y muchos de sus hombres se pusieron a fornicar con las hijas de Moab. Quedaron prendados con las muchachas y se postraron ante otro de los Elohim, que era contactado por ese pueblo. La reacción de Jehová no se hizo esperar: "Dijo a Moisés. Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor de Jehová cara al sol; así cederá el furor de la cólera de Jehová ante Israel. Dijo Moisés a los jueces de Israel: Matad cada uno a los vuestros que se hayan adherido a Baal de Peor" (Números 25, 4-5). El resultado de esos crímenes trajo aparejado una tremenda peste que asoló a un altísimo porcentaje de personas. En Números 25, 9 se describe: "Los muertos por la plaga fueron 24.000". Moisés fue el "ejecutor terrenal" de las órdenes de Jehová y para aquellos que no saben qué es la técnica de empalar, consiste en introducir un gran palo por el ano a las personas e insertárselo hasta la boca. Dr. Jorge R. Olguín - jorge_raul_olguin@hotmail.com