martes, 5 de julio de 2011

SKULL AND BONES - PARTE 1



Por Red Voltaire

En el seno de la muy elitista y puritana Universidad de Yale se cooptan cada año quince hijos de muy buenas familias. Estos forman una sociedad secreta de ritos morbosos: Skull and Bones (calavera y huesos). A lo largo de su vida se apoyan y ayudan entre sí ante las veleidades democráticas de la plebe a la cual aborrecen.
George W. Bush y John Kerry son miembros desde hace más de 30 años. La asociación Skull & Bones ha inspirado una importante literatura conspiracionista que responsabiliza a sus miembros con escándalo Watergate, la invasión de bahía de Cochinos y el asesinato de Kennedy. Gracias a sus conexiones con el mundo de los negocios, sobretodo con el sector bancario, estos antiguos «compinches» de Yale controlarían las finanzas mundiales, y hasta el porvenir del planeta. Los Skull & Bones se habrían infiltrado en el Council on Foreign Relation, la Comisión Trilateral, la CIA, etc. Los Skull & Bones son la ilustración de la manera como, en Estados Unidos, se ha perfeccionado un sistema de reproducción de las elites mediante una selección que, contrariamente al mito del self-made man, no tiene nada que ver con las cualidades individuales.


Como subraya Anthony Sutton, los miembros más activos de la organización proceden de un «núcleo de unas 20 o 30 familias», muy interesadas en la defensa de su legado y su linaje. Es por ello que son numerosos los matrimonios entre representantes de las familias a las que pertenecen los miembros de Skull & Bones, aunque únicamente los estudiantes varones eran admitidos, hasta hace poco, en la organización. Yale, universidad puritana y elitista. Skull & Bones nacieron en el campus de la Universidad de Yale, lo cual, según la investigación de la periodista Alexandra Robbins, no es nada de casual. A principios del siglo XVIII, el conjunto de universidades estadounidenses, ya sean Harvard, Williams, Bowdoin, Middlebury o Amherst, fueron fundadas por Congregacionalistas. Pero estos se enfrentaban entonces a la competencia de los Presbiterianos, lo que incitó al presidente de Harvard, Increase Mather, a actuar. En 1701, este deja su puesto y crea una nueva universidad «para que el interés de la Religión sea preservado, y que la Verdad sea transmitida a las generaciones futuras». Con la ayuda de diez pastores, nueve de los cuales venían de Harvard, logra fundar así la Collegiate School of Connecticut.


En 1711, Isaac Newton, Richard Steel y Elihu Yale son contactados para que transfieran a la nueva institución algunos libros de sus colecciones personales. Los contactos con Yale, quien se había hecho extremadamente rico gracias a sus actividades en el seno de la Compañía de las Indias Orientales y como gobernador de la colonia de Madras, fueron fructíferos. Además de proveer libros, Yale financia la universidad, que le rinde homenaje adoptando su nombre, Yale University, a partir de 1720. Los lazos con el congregacionalismo garantizan el puritanismo de la enseñanza y del modo de funcionamiento de Yale. Estudiantes y profesores están obligados a hacer profesión de fe para ser admitidos y se exponen a ser expulsados si su sinceridad es puesta en duda. A este puritanismo se agrega un enconado elitismo: los estudiantes son clasificados, desde que llegan a Yale, en función de la posición social de sus padres. En primer lugar, los hijos o nietos de gobernadores y vicegobernadores. Después, los familiares de jueces de la Corte Suprema. Un poco más abajo, los hijos de pastores y de antiguos alumnos. Al final, los hijos de granjeros, comerciantes y artesanos. Esta clasificación determina donde se sentará cada alumno en las aulas, la capilla y el comedor. Lo más asombroso, señala Robbins, no es que esta clasificación inicial dependa del estatus social de la familia del alumno, algo corriente en el siglo XVIII, sino que esta se mantiene durante los estudios.


Yale se convierte así en el ejemplo ideal de una institución que reproduce las elites y su jerarquía interna. La pérdida del rango inicial es resultado de alguna violación de la disciplina y se considera un castigo al alumno que ha manchado el honor de su familia. Hay que agregar a este modo poco usual de funcionamiento la libertad expresamente otorgada a los alumnos de mayor edad para hacer novatadas, incluso las más crueles, a los estudiantes de clases inferiores. El reglamento estipula una serie de medidas para garantizar el respeto de la más arbitraria jerarquía, basada únicamente en la edad. Lyman Bagg contó en una obra, "Cuatro años en Yale", publicada anónimamente en 1871, cómo analizaba los métodos establecidos por la institución. Estas prácticas autorizadas reflejan, según él, el «poder enorme de las «costumbres» de la escuela en la creación de una locura temporal que convierte hombres débiles en seres crueles y hombres buenos en seres sin piedad». Esta propensión al elitismo, a la jerarquía brutal y al puritanismo incita los alumnos, a finales del siglo XVIII, a crear varias sociedades paralelas a la Universidad. Se trata, al principio, de sociedad literarias, como Linonia y Brothers in Unity. Se exhorta a los alumnos a entrar en una u otra de estas organizaciones, algo que no parece lo suficientemente elitista a los que desean una estricta reproducción de la nueva «aristocracia» estadounidense.


En 1780, se funda en Yale la rama Alpha de la organización Phi Betta Kappa. Otras sociedades florecen en esa época: la Beethoven Society, el Hexahedron Club... Poco a poco, las tertulias literarias pierden su importancia, reemplazados por sociedades secretas, más elitistas y cerradas. A mediados del siglo XIX, las tres principales son los Skull and Bones (Calavera y huesos), los Scroll and Key (Pergamino y llave) y Wolf’s Head (Cabeza de lobo).
Paralelamente, el claustro de profesores de Yale decide seguir la tendencia. Seis años después de la creación de Skull & Bones, seis miembros de la elite profesoral del claustro de profesores se reúnen en el «Club», que rápidamente comenzaría a ser llamado el «Old Man’s Club».


Entre sus seis miembros fundadores se encuentran los profesores Josiah Willard Gibbs y Theodore Dwight Woolsey. La organización contará pronto en sus filas a William Howard Taft, al futuro chief justice del Estado de Connecticut Simeon E. Baldwin, al universitario Thomas Bergin, al neurocirujano Harvey Cushing y al fundador de los Skull & Bones, William H. Russell. De estos, Thomas Bergin y Harvey Cushing no se convertirán en miembros de los Skull & Bones. La guerra del opio. La universidad de Yale constituye un terreno fértil para una sociedad secreta tan elitista e influyente como los Skull & Bones. Pero el éxito de esta organización secreta se debe también a la poderosa familia Russell, uno de cuyos miembros, el reverendo Noadah Russell, miembro eminente de la Iglesia congregacionalista, participó en la creación de Yale. La familia Russell se implicó también en la gran guerra del opio que enfrentó al Reino Unido y China durante la primera mitad del siglo XIX.


A finales del siglo XVIII, el monopolio de la explotación del opio cultivado en Bengala con el beneplácito de Inglaterra había sido otorgado a la Compañía de las Indias Orientales, sociedad que dependía de la corona británica y en la cual había participado Elihu Yale. La guerra del opio, que comenzó alrededor del año 1815, tenía como objetivo imponer la introducción de esa droga al enorme mercado chino. De 320 toneladas anuales en 1792, el contrabando de opio se eleva a 480 toneladas en 1817 y alcanza las 3200 toneladas en 1837. China pide entonces a la reina Victoria que ponga fin al tráfico. La soberana anuncia que las ganancias que reporta este al Reino Unido son demasiado importantes para que ella decida renunciar a estas. La tensión aumenta entre Pekín y Londres: en enero de 1839, un traficante chino es ejecutado frente a las representaciones de comerciantes británicos en Cantón. En junio de 1839, la Corona acepta destruir importantes cargamentos de opio. Numerosos ingleses abandonan entonces Cantón y Macao para retomar el tráfico de drogas un poco más lejos, bajo la protección oficial de la marina británica. El choque es inevitable: el 4 de septiembre tiene lugar la primera batalla naval de la guerra del opio, que ocasiona la destrucción de numerosos navíos chinos. Los enfrentamientos demuestran «la fragilidad de los juncos de guerra chinos y la sanguinaria determinación de los protestantes ingleses a que salgan victoriosos los principios del liberalismo fundado en el tráfico de opio».


Samuel Russell, primo de William Russell, es un importante protagonista de la guerra del opio. De nacionalidad estadounidense, es el fundador, en 1813, de la Russel & Company, compañía que competirá, en 1820, con el dominio británico del tráfico de droga hacia China. Uno de los miembros eminentes de la sociedad era Warren Delano Jr., abuelo de Franklin Delano Roosevelt. Del club Eulogie a los Skull and Bones. Es en este contexto que William Russel crea los Skulls & Bones, en 1832. Se hace difícil establecer las circunstancias. Al principio, podría tratarse de una reacción a la exclusión de un miembro de los Phi Beta Kappa, Eleazar Kingsbury Forster. William Russel habría condenado la decisión de Phi Beta Kappa, dando abrigo a Forster y fundado, con otros trece estudiantes de Yale (entre los cuales se encuentra Alfonso Taft), una sociedad más secreta aun y más fuerte, originalmente llamada Club Eulogie, nombre de la diosa griega de la elocuencia. Todavía bajo la impresión de un reciente viaje a Alemania, Russel incluye una buena cantidad de referencias germánicas en el ritual. En 1833, los jóvenes miembros adoptan la calavera y los huesos como emblema. En esa misma época, el número 322 se convierte en la «cifra clave» de la organización. El 322 antes de Cristo es el año de la muerte del orador griego Demóstenes. Según la «tradición Skull and Bones», la diosa Eulogie se fue entonces al paraíso para volver en 1832 y unirse a la sociedad secreta.

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