miércoles, 13 de octubre de 2010

LAS CARTAS DE CORTÁZAR


"Cartas a los Jonquières" reúne más de cien cartas que Julio Cortázar envió al poeta y pintor Eduardo Jonquières.
Según Álvaro Abos, la Escuela Normal Mariano Acosta está en el origen de este libro, porque en ella nació todo. Es sabido que Cortázar no idealizó su adolescencia y cuando se refirió a ella fue en términos muy críticos.
En el mundo de Cortázar, el uso virtuoso de la ambiguedad (¿qué es real? ¿qué es inventado?) dispara múltiples aproximaciones. La ciudad cordial de la adolescencia cortazariana albergaba crueldades, prejuicios, autoritarismo, cerrazón mental e hipocresía. La Escuela Normal (en alguna entrevista, Cortázar la llamó "escuela anormal") que el imaginario argentino ha convertido en un paradigma de la pedagogía democrática, contenía el huevo de una serpiente envenenada.
Y Abos se pregunta: ¿es "Cartas a los Jonquières" más de lo mismo en la obra cortazariana? En parte sí, porque muchas de las páginas nos traen el aroma inconfundible de otras prosas del autor. Ello es inevitable pues Cortázar hizo de la escritura de cartas un diario de vida y también un bastidor en el cual adelantó sus temas y su estilo, un borrador infinito en el que ensayaba su mundo narrativo y poético. Cortazarianismo puro, o retórica cortazariana. Pero también otra cosa. En este libro crece otro tema, mucho más denso. El libro presenta a dos hombres maduros, dos artistas en la plenitud de sus vidas, enfrentadas a una encrucijada esencial. Son, además, dos argentinos, es decir, dos personas frustradas, víctimas de un país que los rechaza y los aplasta, y que podría devorarlos si no luchan desesperadamente por subsistir.
El propio Cortázar explica: "al mundo no hay que resistirle, lo que hay que hacer es elegir bien el mundo que uno prefiera y al cual hay que darse: y a ese, ah, a ese hay que darse a fondo, como cuando se nada, se duerme o se quiere".

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