Las chicas son como canciones, cada una tiene su propio encanto, su melodía particular, su tono y su color, y cada una produce una galaxia de sentimientos diferentes.
Algunas canciones las escuchamos diez veces por día durante un mes y después quedan solo como el dulce recuerdo de un momento fugaz.
Otras canciones nos acompañan durante una etapa entera de nuestras vidas, y tiñen nuestros recuerdos con su melodía. Pero también ilustran nuestras emociones, que son complejas e imposibles de explicar con palabras. Esto es quizá lo más milagroso que tiene la música pop, la capacidad de transmitir, en cuatro minutos, lo que pasa en nuestros corazones.
Y lo que a Rob le pasa con las mujeres es que tiene miedo de admitir que encontró su canción definitiva. Laura es su “Yesterday”. Y eso, en el fondo, lo asusta.
Algunas canciones las escuchamos diez veces por día durante un mes y después quedan solo como el dulce recuerdo de un momento fugaz.
Otras canciones nos acompañan durante una etapa entera de nuestras vidas, y tiñen nuestros recuerdos con su melodía. Pero también ilustran nuestras emociones, que son complejas e imposibles de explicar con palabras. Esto es quizá lo más milagroso que tiene la música pop, la capacidad de transmitir, en cuatro minutos, lo que pasa en nuestros corazones.
Y lo que a Rob le pasa con las mujeres es que tiene miedo de admitir que encontró su canción definitiva. Laura es su “Yesterday”. Y eso, en el fondo, lo asusta.
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