jueves, 11 de diciembre de 2008

HÉROES CON H

El cine de superhéroes está atravesando su mejor momento, su Época de Oro, sobre todo teniendo en cuenta los estrenos de Iron-Man y la segunda parte de Batman. Este año, también llegaron dos grandes películas: “Hellboy II” y “Hancock”.


En 2004, HELLBOY irrumpía con fuerza en la historia del cine de superhéroes, y eso que su protagonista era una extraña criatura roja que había sido concebida para hacer el mal. Su mezcla de humor, acción y efectos especiales consiguieron catapultar a su director y principal promotor, Guillermo del Toro, quien después se atrevería con la polémica “El laberinto del Fauno”.
Tras unos años de preparación, el cineasta mexicano nos trae HELLBOY II: EL EJÉRCITO DORADO, la nueva superproducción sobre el personaje del cómic creado por Mike Mignola en los 90. En esta ocasión, la criatura roja está acompañada por todo un imaginario de héroes y villanos.
En un nuevo alarde de imaginación visual, de innata capacidad para excitar la imaginación, Guillermo del Toro cava aún más hondo en la maniobra de aproximación a la esencia misma del soberbio cómic de Mike Mignola, superando el film anterior, depurando la dimensión cómica del personaje y su inefable perfil caricaturesco.

Hay héroes… hay superhéroes… y luego está Hancock. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Todo el mundo lo sabe. Todo el mundo, menos Hancock. Insatisfecho, atormentado, sarcástico e incomprendido, las acciones heroicas y bienintencionadas de Hancock cumplen su objetivo y salvan muchas vidas pero siempre provocan grandes desastres, grandes pérdidas económicas. La población ya no puede más, y aunque está agradecida de tener a su héroe local, los buenos ciudadanos de Los Ángeles se preguntan qué es lo que han hecho para merecer a este tipo. Hancock no es alguien al que le importe lo que piense la gente, hasta el día en que salva la vida de Ray Embrey, alto ejecutivo de una empresa de relaciones públicas. Como agradecimiento, Embrey se propone limpiar la imagen del héroe e integrarle en la sociedad.
Los productores del filme, entre los que se encuentra el propio Will Smith, querían fusionar elementos típicos de las grandes producciones, con detalles más propios de los dramas intimistas. El resultado es una historia, cuando menos original, sobre un héroe que odia serlo y genera antipatías allá donde va.

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