Anatole Saderman nació en Moscú en 1904 y murió en Buenos Aires en 1993, y es uno de los creadores de la fotografía moderna en Argentina.
Según Eduardo Villar, en las fotos de Saderman no hay artificios, no hay pretenciosidad, no hay alardes técnicos. Hay, en cambio, una sensibilidad poco común para ver en el rostro humano lo que habitualmente no es visible.
Ante las fotos de Saderman, hay mucho para ver (sobre todo en los retratos, su especialidad, que lo llevó a retratar a muchos artistas plásticos y con escritores como Borges y Sábato). Apunta Villar que, al ver esos retratos, es posible imaginar la paciencia que tuvo el fotógrafo para lograr esas imágenes, para llegar al centro del personajeñ.
A propósito de un retrato de Pablo Neruda, el propio Saderman contaba que Neruda era reacio a las fotos y que la sesión de fotos fue una tortura. En parte, porque el poeta había llegado a Buenos Aires clandestinamente por razones políticas y no le gustaba la idea de que lo estuvieran fotografiando.
En uno de sus famosos textos, Saderman escribió: "Ama al prójimo a quien vas a retratar. Si no puedes amarlo, ódialo. Si te es indiferente, fotografía mejor una botella de alguna gasesosa: puede rendirte más y aparte no protesta ni da indicaciones. (...) Estudia las caras de tus prójimos `de ojito´, sin cámara: en el colectivo, en el bar, en la calle suceden milagros de expresión y de iluminación".
Según Eduardo Villar, en las fotos de Saderman no hay artificios, no hay pretenciosidad, no hay alardes técnicos. Hay, en cambio, una sensibilidad poco común para ver en el rostro humano lo que habitualmente no es visible.
Ante las fotos de Saderman, hay mucho para ver (sobre todo en los retratos, su especialidad, que lo llevó a retratar a muchos artistas plásticos y con escritores como Borges y Sábato). Apunta Villar que, al ver esos retratos, es posible imaginar la paciencia que tuvo el fotógrafo para lograr esas imágenes, para llegar al centro del personajeñ.
A propósito de un retrato de Pablo Neruda, el propio Saderman contaba que Neruda era reacio a las fotos y que la sesión de fotos fue una tortura. En parte, porque el poeta había llegado a Buenos Aires clandestinamente por razones políticas y no le gustaba la idea de que lo estuvieran fotografiando.
En uno de sus famosos textos, Saderman escribió: "Ama al prójimo a quien vas a retratar. Si no puedes amarlo, ódialo. Si te es indiferente, fotografía mejor una botella de alguna gasesosa: puede rendirte más y aparte no protesta ni da indicaciones. (...) Estudia las caras de tus prójimos `de ojito´, sin cámara: en el colectivo, en el bar, en la calle suceden milagros de expresión y de iluminación".
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