lunes, 9 de mayo de 2011

Bilderberg y la Comisión Trilateral


Por Walter Graziano - Parte 22

Hacia mediados de los años '50, la élite empresarial anglonorteamericana comenzó a observar que en Europa disminuían los peores efectos de la Segunda Guerra. Varios países europeos comenzaban a enriquecerse y, si bien no podían disputar el liderazgo de Estados Unidos, sí al menos podían ejercer un cierto grado de influencia en el resto del mundo. Más aún, muchos países de Europa continental comenzaban a asociarse en lo que resultaría la Unión Europea.

A fin de no perder el control global ejercido por el CFR, se encomendó al príncipe Bernardo de Holanda, ex colaborador del régimen de Hitler y nazi convencido, de formar un foro de discusión europeo norteamericano en el que estén presentes los más importantes empresarios, aristócratas y políticos de Europa. A este grupo se lo denominó Bilderberg, en recordatorio del hotel holandés donde se realizó la primera reunión.

A diferencia del CFR, el grupo Bilderberg no elabora políticas de acción directa. Los anglonorteamericanos no lo permitirían. Su objetivo es discutir las cuestiones de máxima actualidad, de manera tal que la élite anglonorteamericana pueda tener una idea de quiénes pueden resultar más o menos "amigos" en Europa. El total secreto con el cual suele reunirse el grupo Bilderberg llevó a varios a pensar que era un ámbito de poder superior al CFR. No es así.


Hacia 1970, una nueva potencia económica parecía surgir en el mundo: Japón. El grado de control que el CFR ejercía sobre su ex enemigo era considerado por la élite como demasiado bajo. Por eso David Rockefeller creó y presidió la denominada Comisión Trilateral, foro de discusión similar a Bilderberg, llamado así por incluir miembros de Estados Unidos, Europa y Japón.

La Comisión Trilateral se fundó en 1973, poco después del escándalo Watergate. Hay quienes especulan —no sin razón— que el escándalo de Watergate, la fundación de la Comisión Trilateral y la expulsión de Nixon del poder están conectados entre sí. No les falta razón, dado que Nixon estaba encarando desde 1970 varias medidas que entraban en directa colisión con la idea de la globalización. Entre ellas, el fin del esquema de paridades fijas de la moneda con el oro y la adopción de barreras aduaneras en Estados Unidos, que había puesto muy nerviosos a Japón y a varios países de Asia. El CFR se disgustó con Nixon, quien había accedido al poder merced a sus excelentes contactos con la industria petrolera. Es de esta forma que el caso Watergate muy probablemente no sea lo que la gente cree que fue. Sobre todo, si se tiene en cuenta que su descubrimiento lo realizó el ex agente de inteligencia naval Bob Woodward, convertido de espía a periodista del Washington Post. (Con seguridad, no es el único caso de "transformismo periodístico".)


El posterior acceso de Jimmy Carter a la presidencia norteamericana en 1976 debe interpretarse como un "golpe de Estado" tácito interno en Estados Unidos. El CFR no podía dejar que otro Nixon accediera al poder. Hasta hacía poco tiempo, Carter era un oscuro personaje sin poder alguno en Estados Unidos más allá de Georgia. Fue seleccionado por David Rockefeller para llenar una gran cantidad de cargos con miembros del CFR.

Hasta poco tiempo antes de las elecciones, Jimmy Carter (FOTO) era un personaje desconocido por la población norteamericana. Poseía sólo el 4% de la intención de votos. Rockefeller y Brzezinski repararon en él porque, siendo gobernador de Georgia, había abierto oficinas comerciales en Bruselas y Tokio. Rockefeller lo invitó a cenar y conversar varias veces. Luego de estar convencido acerca de la aptitud de Carter para acelerar el desarrollo de la "agenda global", financió su escalada a la presidencia y le "levantó el pulgar" en medios de comunicación, universidades, etc.


La "agenda global" de la Comisión Trilateral no se diferencia de la del CFR. Consta de tres postulados básicos:

1. Establecer un único gobierno mundial, con poder global, a cargo de los dueños y principales directivos de las mega corporaciones.

2. Eliminar, en el largo plazo, las fronteras nacionales.

3. Incrementar el dominio de las Naciones Unidas.

La élite anglonorteamericana estaría buscando lo mismo que Roma, Napoleón, el Egipto antiguo y la corona británica habrían intentado lograr, para luego fracasar. La diferencia, ahora, sería que, con el actual desarrollo de la ciencia y la tecnología, el mundo es más "pequeño", y la posibilidad de globalizarlo en un esquema petrificado y sin cambios, es para la élite no sólo posible sino también mucho más probable y deseable.

En la foto, David Rockefeller.

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